Volvió a acudir para recibir ‘los palos’ y las sornas Pedro Llamas, que parece venir entrenado en el tetumbo de su Carrizo natal.

Cada coplero da cuenta de la realidad de su año y su enfoque particular. Paco Flecha, recordando la bendición de los animales lamentaba que «no lo pido para mí, / no tengo perro, ni gato, / ni gallinas, ni borrico, / ni pichones, ni marrano. / Que la gente de los barrios / ya no tenemos ganado. / Que el otro día oí decir / a un pobre desarrapado: “¡Ay, quien me diera vivir / como un perrito mimado!».
Por eso pedía para los humanos, pero no sin nun toque de amargura y crítica: «Que ya sé, Antón bendito, / lo que pa´ ti estás pensando: / “que no pidamos al cielo / que intervenga con milagros / para arreglar los chamullos / que hemos ido presenciando / sin echar un par de huevos / para intentar evitarlo».
Pero no se libraron los habituales —políticos, corruptos...—: «¿Quién castiga a los corruptos? / ¿Qué medidas hay pa´l paro? / ¿Qué pasa con Everest / Y todo lo que han cerrado? / ¿Por qué hay gente que, en la crisis / Parece que se ha forrado? / Y si hay alguien ahí arriba/ que pueda decir bien claro: / ¿Después de estas elecciones, / quién, cojones, ha ganado?». Por todo ello, Flecha cerraba sus coplas con un singular ofrecimiento: «Que negocies allá arriba / un trato, mano por mano: / Os cambiamos el Grial / por justicia y por trabajo».
Los políticos fueron unos habituales en las quejas de los copleros. Manilla se acordó de la idea de llevar el Coservatorio al fútbol: «Y eso que hubo un consejero / que nos quiso meter gol: / propuso llevar la música / al campo Reino de León».Aunque deja abierta alguna puerta a la esperanza: «que quieren inaugurar, / al fin se les ocurrió algo: / un carril bici en Padre Isla / y cerrar Ordoño al tráfico. // Y rotondas en la ronda… / En el trance de idear, / me parece que a este equipo / alguien le asesora mal».
Más contundente, en la elección de adjetivos, se mostró Emilio Gancedo. «Lo raro es que resistan /estas tierras leonesas / que llevan en crisis siglos / arrastrando la pelleja. / Y a pesar de politiquines / traidorcetes, zampabollos / folgazanes, usureros / envidiosos, pavipollos, / seguiremos en esta tierra / bien afincaos en el suelo / llamando al cerdo gochín / y‘faeos’ a los hayedos. / Santo Antón, si no puedes con sequías, / vendavales o riadas / al menos líbranos de los políticos / triperos, de voraz diente / que nos la tienen jurada. / Porque si no hay dinero pa nada... / ¿De qué vive, pues, esta gente?».
Por ahí iban los tiros de Manu Ferrero: «¡Oh San Antón! ¡dan asco! / Como sereparten el pastón / yluego pintanbastos».
Y el concejal sonreía. Qué guasa tiene esto de las tradiciones.