Eran otros tiempos y yo, por entonces, no me dedicaba a la educación. Veía anochecer los días mientras consumía horas en una empresa de transporte de viajeros por carretera.
Me encargaron la gestión de los recursos humanos y entre otros cometidos, entrevistaba a conductores para darles trabajo. No eran fáciles de encontrar. Muchos de ellos preferían lanzarse a la ruta. Mover un camión estaba mucho mejor pagado que transportar personas de un lugar a otro. Además, los animales y los bultos no eran tan exigentes como los viajeros, que presentaban reclamaciones de todo tipo: por la música irritantemente alta, la calefacción miserablemente baja o tal vez por el carácter huraño del chofer. Luego estaba el incordio del uniforme: mira el nudo de la corbata, oye ese no es el jersey reglamentario, ¿y el polo de empresa?
En aquellos tiempos las mujeres de los camioneros no tenían que salir a declarar por huelgas en el sector como hizo Sandra, que aseguraba que «mi marido lleva de autónomo 25 años y la situación es insostenible; estamos pagando el gasoil un 40% más caro que hace un año y el porte lo pagan igual. Hay meses que tenemos que poner dinero; el último viaje, que fue el viernes pasado a Sevilla, solo ha reportado 12 euros, sin contar la parte proporcional de seguros sociales y gastos materiales, prefiero que mi marido se quede en casa a que arranque el camión».
Recuerdo a Bohdan, un conductor ucraniano que vino a pedir trabajo. Luego se marchó de camionero. Tenía familia numerosa. Parece que vuelvo a verle feliz, subido en su flamante camión con hermoso semirremolque multicolor que partía orgulloso cada mañana desde Mercaleón.
Le he recordado al ver ese enorme convoy leonés solidario integrado por tres camiones, cuatro motos y un vehículo de apoyo que partió de León a primera hora de la tarde del pasado domingo con dirección a la frontera de Eslovaquia y Ucrania, y que ya ha descargado 72 toneladas de ropa de abrigo, mantas, material sanitario y alimentos no perecederos donados, principalmente, por empresas leonesas: Patatas Hijolusa, Legumbres Luengo y la cadena de restaurantes orientales Sibuya. Alguna de estas empresas ha tenido que parar su producción por la huelga, el paro en el sector del transporte impide el movimiento de mercancías.
Estos días mis colegas profesores comentan que ya empiezan a llegar estudiantes ucranianos a las aulas, urge atenderlos, aprender a comunicarse con ellos. Cualquier día espero encontrármelos en clase para aprender lengua y literatura españolas.
Para aprender lo que sea.
Quién sabe, quizá, los hijos de Bohdan.

Yo para ser feliz quiero un camión
26/03/2022
Actualizado a
26/03/2022
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