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¿Y tú de quién eres?

24/10/2023
 Actualizado a 24/10/2023
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El otoño ha llegado de manera atípica a nuestras vidas este año climáticamente hablando, podríamos pensar en alguna metáfora bonita, adecuada a nuestro momento vital y obviar que es un signo más de las peticiones mudas de ayuda de un planeta explotado muy por encima de sus posibilidades, pero desgraciadamente nunca he sido dada al autoengaño. El clima cambia, los tiempos cambian y no necesariamente para bien. La estación más bella para el campo va acompañada de cierta melancolía y en mi mente siempre me evoca al Bierzo, en este estado más proclive a la tristeza que al enfado, aunque ambos tienen cabida, duele conocer la realidad de odio, crímenes y muerte que el ser humano es capaz de crear con un océano de motivos, explicaciones y razones que no son más que excusas que ocultan intereses ciegos ante las personas, niños y niñas asesinados, mutilados física y emocionalmente de por vida en las diferentes guerras que asolan este mundo. Más recientemente el eterno conflicto entre israelíes y palestinos, donde los que un día fueron masacrados en un genocidio que el mundo entero ha condenado son capaces de infringirlo a otro pueblo en nombre de otra falacia distinta pero tan parecida que estremece, la víctima convertida en verdugo. Y ante semejante barbarie en la que bandas terroristas como Hamás son capaces de las mayores atrocidades contra inocentes, esta España nuestra, carne de guerra civil, nuevamente vuelve a exhibir su capacidad de formar dos absurdos bandos dignos de los más descerebrados pandilleros a medio desarrollo. ¿Y tú de quién eres?, típica pregunta que marcó nuestra infancia en el pueblo, yo de mi padre y de mi madre, respondíamos con la inocencia de aquellos días. Actualmente, en cualquier conversación, si desconocemos la deriva ideológica del opinante acabaríamos antes y nos ahorraríamos disgustos si comenzamos con esta pregunta. El cliché ha llegado hasta Oriente Medio y entre los que hablan del derecho a defenderse de Israel y los que justifican la existencia del terrorismo más cruel y sanguinario se va perdiendo el individuo inteligente con opinión personal, intransferible y libre que enriquece la charla que siempre es más interesante y rica si su ideología no es coincidente con la de su contertulio. Parafraseando a Anguita «malditas sean las guerras y los canallas que las hacen» y malditos aquellos que utilizan hasta las guerras en sus cuitas personales con la intención de convertir la política española en un lodazal de grandes dimensiones en la que solo ellos sobrevivan por ser su medio natural, de todos depende que no lo consigan. Últimamente con escuchar unos minutos a alguien casi soy capaz de deciros su equipo de futbol, opinión sobre el emérito, el papa, los toros, la amnistía, Amancio Ortega y el beso no consentido de Rubiales. Menos mal que la tortilla de patata con o sin cebolla sigue sin estar patrimonializada por nadie, no me extraña que ‘El Celso’ te encumbrara a Reina, majestad.

María Rodríguez es doctora en Veterinaria por la Universidad de León (ULE)

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