Con este atractivo título pude escuchar a Vicente Arráez en una charla coloquio impartida en el Aula de Cultura de Renta 4 León y organizada por la Asociación Activos y Felices en colaboración con la Fundación Metta-Hospice.
Con más de 30 años de experiencia como médico especialista en la UCI, Fundador y presidente de la fundación Metta-Hospice, autor del libro ‘La muerte y el morir’ y organizador de las Jornadas internacionales sobre la muerte y el morir, ha acompañado a 3000 personas en el proceso de morir. Para él, «la muerte no existe, se trata de un proceso de transformación de algo en otra cosa». Como desde que nacemos, que mueren unas células y se crean nuevas.
¿La vida es lo que parece? «De los 600 estímulos por segundo que recibimos, nuestro cerebro escoge uno solo. Se trataría de armonizar lo que me gustaría ser, con lo que los demás ven, con lo que creo que soy, con lo que soy. Vivimos construyendo nuestra realidad, un mundo de energía, de vibración intangible».
En el proceso de la muerte pasamos de un espacio ligado a la percepción de los sentidos a ser esencia pura, sin tiempo ni espacio, lo que unos llamarán «Cuerpo unificado de consciencia», otros «Consciencia plena», otros «Dios». Se disuelve toda apariencia material para llegar a la consciencia. Estos instantes de «no dualidad», de conexión con lo sutil, los tenemos en nuestra vida: «En la meditación, en la oración, las drogas, con la música, en el deporte y el ayuno extremo, donde se disuelven los sentidos».
No hay pérdida en la muerte. ¿De dónde el miedo? Confianza con la incertidumbre. El hecho de que seamos moribundos da sentido a cada instante de nuestra vida. Pero ¿cómo acompañar en el proceso de muerte?: «Siendo tú mismo, tu esencia, desde el amor. Quitar todos los filtros, los debería. Lo que hay está siempre bien. Y renovar cada día la decisión de acompañar, de estar ahí. Es un privilegio este acompañamiento desde el corazón».