18/04/2025
 Actualizado a 18/04/2025
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Me he embarcado en una gira loca de presentaciones de mi novela y la semana próxima es el Día del Libro. Y son dos proposiciones interconectadas. Pienso, el 23 de abril debería llamarse Día del Lector y la Lectora. Porque, ¿qué es un libro sin ellos? Y porque –aquí retomo el arranque– lo que más recuerdo de las presentaciones de mi novela son los lectores y sus comentarios. 

En este país se lee. Y se lee con cabeza, se lee en profundidad. No digo que todo el mundo lea, ni que quienes lo hacen lean literatura de calidad –aunque, qué es literatura de calidad–. Digo que se lee. Y lo prueban todas esas personas que me dejan notas reveladoras en las redes sociales y, sobre todo, todas esas personas que vienen a mis presentaciones, se compran el libro y hacen cola para que lo firme. En León, Oviedo, Valladolid, Barcelona, Madrid, Murcia… Y en los pueblos, porque hay cultura y de la buena en los pueblos, en la Casa de la Poesía de La Bañeza, en la Fundación Cerezales de Cerezales del Condado, en Factor Espacio de San Feliz de Torío... Dice alguien, los que viven en las aldeas de montaña lo hacen porque les gusta, porque son felices allí. Dice alguien, tengo mastines y nunca había encontrado una novela en la que una mastina fuera uno de los personajes. Dice alguien que si el llobu y el osu. Dice alguien naturaleza. Dice alguien novela. Y después se acercan a que les firme y me siento medio psicóloga, medio pitonisa. Se acerca la bióloga –nadie escribe sobre biólogos, susurra–. El ganadero, la ganadera. Lola, la voz del grupo Folk de Filandón –una vez me encontré un oso a pocos metros en La Farrapona–. Ángeles, la viuda del gran artista Luis García Zurdo. La paisana que dice que es prima lejana, que tiene los ojos azules y la piel blanca de mi tía abuela. La profesora universitaria. La editora y gran lectora. El geólogo y divulgador que escribe catas de paisaje para disfrutar con los cinco sentidos, porque afirma, los tenemos atrofiados. La pareja de anarquistas. Y mi querida Mar que viene en Feve desde León (ese tren que nos quieren robar). Al anochecer, Pequeño Zar corretea alrededor y suelta, chist, eso que ese escucha es el canto del grillo topo, es ciego y vive debajo de la tierra.

Sí, me quedo con el público. Con esas personas que le dedican unas horas a escuchar a una autora hablar sobre su libro. A veces pienso, no he venido a hablar de mi libro, he venido a hablaros a vosotros y a vosotras, a contaros una historia. Una historia que está en mi libro o quizá no, quizá solo esté en vosotros que me leéis. Porque, ¿qué es una escritora sin lectores y lectoras?

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