Últimamente se habla mucho y se debate sobre la llamada «violencia de género». No me gusta la expresión, pues eso equivaldría a aceptar ingenuamente la «ideología del género». Y me temo que son muchas las personas de buena voluntad que emplean esta terminología sin pararse a pensar todo lo que se esconde tras ella. Basta con entrar en internet para poder documentarse un poco al respecto.
Ello no significa que ignoremos la terrible lacra de la violencia que en el seno de la familia se produce un día sí y otro también, y que podríamos llamar «violencia familiar» o en todo caso, si se quiere hacer hincapié en la violencia ejercida por los varones, la denominaríamos «violencia machista». No obstante, esta última denominación sería defectuosa por no tener en cuenta la posible violencia ejercida por parte de la mujer, aunque estadísticamente sea ejercida en menor proporción. Por supuesto esta violencia no siempre ocurre entre los miembros de la pareja, sino que también se da entre hijos y padres o padres e hijos o entre hermanos.
Ciertamente no hay nada que pueda justificar esta violencia en el ámbito familiar. Nadie es propiedad de nadie y sería absurdo pretender encontrar razones para retener al novio o a la novia, al esposo o a la esposa, en contra de su voluntad, por muy dolorosa que sea una ruptura o una infidelidad.
Dicho esto, no quiere decir que tengamos que aceptar ciegamente la actual «Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género». Son muchas las voces autorizadas que señalan que es francamente mejorable. Pero no vamos ahora a entrar en el debate. Simplemente nos atrevemos a hacer unas pequeñas consideraciones sobre la violencia doméstica.
Partiendo de que ningún tipo de violencia es aceptable, es interesante que no nos limitemos a pensar en la violencia física. Es igualmente inaceptable la violencia verbal y muy especialmente la violencia psicológica. En ese sentido, guiados por la psicología diferencial, parece que aun cuando el varón es más fuerte físicamente, psicológicamente es más débil. Y de la misma manera que conocemos a mujeres víctimas de la violencia física y psicológica, también hay hombres buenos psicológicamente maltratados por sus esposas, llevándoles incluso al suicidio. Por eso no debemos ser simplistas a la hora de hablar de estos temas. A veces nos encontramos con leyes que parecen hechas con muy buena intención, pero que serían bastante mejores si no estuvieran contaminadas por ideologías que dejan bastante que desear.

Violencia sin género
15/01/2019
Actualizado a
07/09/2019
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