Que la Semana Santa, celebración central del cristianismo, condiciona la vida social en España y en el mundo es un hecho incuestionable. Creyentes y no creyentes han aprovechado para viajar y disfrutar de las vacaciones, con más o menos o ninguna participación en acontecimientos que tienen que ver con la muerte y la resurrección de Jesucristo. Además de que la Semana Santa trata del algo relacionado directamente con la religión, no podemos negar sus connotaciones sociales, culturales e incluso económicas. ¿O acaso no tiene importantísimos efectos para el turismo?
Aunque haya gente que se avergüence o no quiera saber nada de todo lo que tiene que ver con la religión, hay determinadas cuestiones que a nadie deberían dejar indiferente: ¿Tiene sentido la vida humana? ¿Hay algo más allá de la muerte? ¿Da lo mismo que Jesucristo haya muerto y resucitado? Los que piensan que no van a morir nunca o que solo mueren los demás probablemente consideran inútil plantearse estos interrogantes, convencidos de que lo único importante es acumular bienes materiales y pasarlo bien, olvidando que todo eso es caduco y perecedero.
Lo cierto es que la Semana Santa ya ha quedado atrás, pero la vida sigue. Y muchos de los personajes que aparecen en el relato de la pasión de Cristo permanecen, actualizados, en el momento presente. ¿Acaso la figura del gobernador Poncio Pilato, el que se lavó las manos y no evitó la muerte de un inocente, no es la misma que la de muchos políticos, tanto a nivel nacional como internacional? Pienso que no hace falta dar nombres, pues están en la mente de todos. Pero son muchos los inocentes que están pagando las consecuencias de estos individuos que solamente buscan su propio interés personal. Traidores como Judas o fanáticos como los miembros del Sanedrín siguen también causando estragos y sufrimiento.
El primer viacrucis, el camino que recorrió Jesús con la cruz a cuestas, camino del Gólgota, tiene mucho de parecido, salvadas las distancias, con el viacrucis que recorren tantas personas cada día con la indiferencia de muchos gobernantes y el desinterés de gran parte de la sociedad, si bien algún que otro Cirineo incomprendido trata de echar una mano. Sin duda y por diferentes razones las primeras víctimas son los niños, antes y después de nacer. Lo son miles de inmigrantes, engañados y explotados vilmente por mafias y por otras personas sin escrúpulos. Lo son tantas personas víctimas del hambre, la pobreza, la soledad… La Semana Santa ha terminado. El viacrucis sigue.