30/09/2023
 Actualizado a 30/09/2023
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Hace ya mucho tiempo que no opino sobre ciertos asuntos en los que impera la subjetividad y, por lo tanto, cualquier argumento, ya sea a favor o en contra, es válido. Uno de estos temas es el arte contemporáneo y el otro es el diseño de logotipos. En estos dos ejemplos siempre se aplica la premisa de ‘todo vale’, por lo que opto en no perder demasiado tiempo en debates estériles. 
Cuando en la sala de un museo yo veo dos inodoros, otros ven la imagen perfecta y exacta del enfrentamiento del primer y tercer mundo. Igual sucede cuando un logotipo se enfrenta al escarnio público. Yo puedo ver dos manchas borrosas, otros verán un evidente símbolo de la igualdad y habrá los que opinen que se refiere a la fertilidad. Es lo que tiene la imaginación y la capacidad de interpretar algo según tus conocimientos, tu falta de ellos o tu experiencia o inexperiencia vital. 

El último ejemplo de uno de estos debates intrascendentes es el generado por la nueva marca turística de Castilla y León, que se ha convertido en ‘trending topic’. En varios grupos de Whatsapp ha irrumpido este tema y lo dicho, opiniones para todos los gustos. Unas más argumentadas que otras, pero, en definitiva, todas respetables, ya que no existen unos parámetros en los que nos podamos basar para decidir si una composición artística es una obra de arte o un engendro que debería desaparecer por un inodoro como los antes mencionados. 

Mi opinión sobre dicho logotipo que he compartido con quién me ha preguntado ha sido siempre la misma. A mí me encanta y no puedo hablar de manera despectiva sobre él, ya que el equipo de diseño que lo ha parido me ha hecho un homenaje inolvidable. El color utilizado para la mancha que representa al Reino de León ha sido el verde lechuga. Ante este argumento la respuesta fue la misma, emojis de cara llorando de risa, que la verdad es que no acabo de comprenderlo, porque mi exposición está justificada y basada en hechos. Pero bueno, donde yo veo el mejor logotipo de la historia del diseño otros ven cuatro manchas de pintura.

Para qué engañarnos, todo el argumentario compartido por los diseñadores sobre el significado de la forma y de los colores no aporta nada al debate, porque todo es subjetivo. En este punto mi duda es de la siempre. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? ¿Primero se diseñó el logotipo y luego se buscó la justificación o a la inversa? Lo único que espero es que ahora que está de moda eso de blanquear, a nadie le dé por aplicarlo también a esta gran obra, porque entonces me quedaré sin argumentos, aunque bueno, en ese caso buscaré otros.

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