02/05/2025
 Actualizado a 02/05/2025
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Sucede que el Papa Francisco se confundió de posibilidad, era domingo de resucitar y él falleció, no era eso, no era eso. También había sido Semana Santa y llovió, llovió sobre y contra sus propios fieles, que rezan todo el año para que eso no ocurra, ¿el mundo al revés o dios escribe torcido? El caso es que murió Francisco, DEP, un Papa polivalente, extremo zurdo para unos, lateral derecho para otros. Y aquí tuvimos suerte, les digo en serio a mis amigos, de que Rajoy no fuera presidente en este momento, porque si tiene que pronunciar Bergoglio y cónclave, tenemos un serio problema diplomático con la Santa Sede. Francisco murió, hasta los grandes clubes (y la Iglesia lo es) tienen que rotar, el cargo está vacante y Villarig ya se habrá postulado, sospechamos. Leoneses por el mundo.

Sucede que unos van y otros vienen, ya que hablamos de equivocarse y de lo siento mucho y de que no volverá a ocurrir. Concretamente vino el emérito, que regatea más que los jugadores merengues. Le preguntaban por Corina o Revilla y echaba balones fuera. Regatas y regates. El bribón se subió al Bribón o, mejor, lo subieron, porque él está para pocos trotes. También digo en serio a los amigos que si un día se cae rodando por la escalera del avión y se desarticula, no lo vuelven a montar ni con ‘black-deker’. Pero ahí lo tienen, tan campechano, de regreso a España en plena campaña del IRPF. Evasores por el mundo.

Sucede que la Cultural volvió a perder y se resiste al ascenso, a pesar de que los demás equipos se empeñan en ponérselo fácil cada jornada en la que parece estar en la L(lona). Los cachorros leones se han quedado con los seis puntos, tres del Reino y otros tres en Lezama; hay cantera para mi Atlétic. Ahora sólo falta que salga el míster de la Cultu en sus ruedas de prensa cargadas de obviedades: tenemos que dar el nivel, saber competir, estar a la altura… y bla bla bla, para una segunda vuelta desastrosa como el año pasado; la historia se repite.

Sucede que el Madrid se confundió de posibilidad, como el Papa: era ganar una final y la perdió, no era eso, no era eso. La épica y las remontadas cambian de bando, ¿el mundo al revés o dios escribe torcido? Antes vino la llorera por los árbitros y la amenaza de no comparecer, lo nunca visto, nueva modalidad: quejarse por adelantado. Y cabrearse después, lanzando hielo, arrojando frustración. Con poca memoria además porque ellos tangaron la eliminatoria copera al Celta, con los árbitros, y no tenían ni que haber llegado a esa final. No sabemos dónde quedó el famoso señorío del club. A este paso, cualquier día vemos al ser inferior, al seráfico Butragueño morderle a alguien la oreja en el palco, como si fuese uruguayo. Ahora, tras la derrota, el puesto de Carleto peligra; Villarig al acecho (le vale cualquier fumata blanca).

Y el lunes 28 se fue la luz, se quedó un país en tinieblas, un mundo en pre-apocalipsis: el Ventorro cerrado, nadie hablando por el móvil y sólo se sintonizaba Radio María. Pero esa ya era otra semanita.

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