30/06/2020
 Actualizado a 30/06/2020
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Nadie es tan malo que no tenga algo de bueno, ni nadie es tan bueno que no tenga sus correspondientes fallos. Aunque haya muchos que no sean precisamente simpatizantes del partido del Señor Iglesias, reconocerán que el nombre de su partido es todo un lema muy digno de tener en cuenta. Incluso muchas de las ideas que proponen parecen atractivas, si bien la incoherencia de sus dirigentes, que se ríen de los pobres, y las doctrinas marxistas, ineficientes y obsoletas, en que se fundamentan echan por tierra las mejores intenciones.

Pues bien, ahora de lo que se trata es de que haya unidad para sacar a España de esta crisis tanto a nivel sanitario como económico, de aunar esfuerzos. Otra cosa es que no sea fácil conseguirlo. Un primer paso para ello es el diálogo. No podemos dudar de la importancia de dialogar, pero siempre que se den determinadas condiciones como el respeto, la sinceridad, la altura de miras, el afán de buscar la verdad, la generosidad, la humildad…

Partimos de que, independientemente de la que la gestión de la crisis del coronavirus haya sido mejor o peor, francamente mejorable, ha sido admirable la unidad de políticos y ciudadanos a la hora de cumplir unas normas que han dado resultados positivos. Ha descendido considerablemente el número de infectados y de muertos. Esto es un dato innegable, aun pesar de que no se hayan evitado decenas de miles de muertos.

Ahora se trata de abordar el futuro tanto desde el punto de vista sanitario como económico. Ello requiere tener ideas muy claras, tratando de buscar la verdad objetiva, dejando a un lado ideologías e intereses personales. Si lo que se busca es el bien de España, parece obvio que no es lo mejor dejarse guiar por los enemigos de España. Si lo que se pretende es luchar contra la precariedad económica, habrá que dar facilidades a los que crean puestos de trabajo y no dejarse llevar por los que solo aspirar a tener unos votantes cautivos y subvencionados. Si el ejercicio del poder ha de ser un servicio a la sociedad y no un buscar fundamentalmente el beneficio personal y el de los amigos, este poder debería ser compartido por quienes sinceramente se sienten españoles y desean el bien de España. Alemania, Italia, Portugal… nos dan ejemplo de hacer gobiernos de coalición en los que lo que realmente importa es el bien de sus respectivos países. Si lo único que cuenta es tener sumisa a la oposición e insultarla, eso no es ni unidad, ni diálogo, ni ganas de solventar la crisis con eficiencia.
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