Televisión Española ha caído en desgracia. Ha sido colonizada. Su presidente, Pablo López, no es más que un ‘correveydile’, los 15 miembros del Consejo de RTVE acatan órdenes de los partidos políticos que allí los han sentado con escaso trabajo y generoso salario. Sin tener en cuenta que la televisión pública debería ser otra cosa, la mayoría parlamentaria dirige el espectáculo.
El programa ‘La Familia de la Tele’ se ha convertido en la gota que colma un penoso recipiente repleto de bochorno e idiotez. Avergüenza a la mayoría de los ciudadanos que la pagamos con nuestros impuestos, ha revuelto a 132 históricos de la casa, que han atizado la propuesta en una dura carta, y hasta ha despertado de su letargo al Consejo de Informativos de TVE, indignado con la cobertura dedicada desde el citado programa a la elección del nuevo Papa.
Por si no fuera suficiente, los datos de audiencia son paupérrimos, pese a las maniobras de la dirección haciendo malabares con la programación del criticado espacio entre las solventes series La Promesa y Valle Salvaje.
La Familia Monster, digo La Familia de la Tele, no es más que una nueva versión del desaparecido ‘Sálvame’ de Telecinco. La cutre telebasura de un canal privado trasladada a uno público.
Sin anestesia, para que las Esteban, Patiño, Hernand, Matamoros y compañía cobren buenos salarios a costa del españolito de a pie. Y que viva el servicio público.
¿Quién te ha visto y quién te ve? Nos preguntamos quienes alguna vez desarrollamos nuestra labor profesional en TVE. Radio Nacional también tiene lo suyo, aunque algo libra del lamentable espectáculo con el que nos están deleitando los comisarios políticos colocados como gestores de la televisión de todos.
Ni siquiera la penosa situación económica de esta empresa pública frena su patética y osada gestión.
Me sumo al clamor de voces que reclaman cordura en Televisión Española.