Tú, morado; yo, violeta

01/03/2024
 Actualizado a 01/03/2024
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No puedo estimar la cantidad de veces que he pensado en que estoy enfadada con el feminismo. Y resulta que era el feminismo el que estaba enfadado entre sí. 

Recuerdo mi primer 8M en Bilbao. Recuerdo agarrarme de la mano con mis colegas para no perdernos en una marabunta morada que se movía airosa por entre las callejuelas. El movimiento era armónico; nos deslizábamos como dejándonos llevar. Era suave, como si acariciara terciopelo. Y tan amistoso que no había más que torcer la cabeza para toparse con un rostro de dientes brillantes. Recuerdo sentirme más humana que nunca.

Había quien acompañaba el atuendo con un megáfono o una pancarta llena de emblemas que no eran más –ni menos– que bonitos cantos a la libertad. Yo, más tímida, me refugiaba entre los murmullos colectivos al grito ‘gora borroka feminista’. Recuerdo la emoción, a veces casi materializada en lágrimas, pues no había fecha más sentimental. Las conversaciones trascendían nuestra propia realidad entre caminatas para poner sobre la mesa las injusticias a las que se habían visto sometidas nuestras madres, nuestras abuelas, nuestro derredor. Una puesta de largo de la más pura y bella empatía. Recuerdo ser feliz entre todas esas desconocidas que, a momentos, parecían hermanas.

Y, como el enamoramiento, lo romántico de esa lucha duró lo que duró. Ya no recuerdo cuándo fue la última vez que salí a la calle un 8M y no será por mi juventud. Pero esa inconsciencia innata y cómoda de formar parte de un grupo se fue opacando por el miedo a ser calificada como ‘terfa’, agarrada a las manos moradas de unas, o de ‘falsa feminista’, sujeta a las de otras, ahora más violetas (por diferenciar). 

La ministra habla de «sensibilidades distintas», pero lo que una semana antes del Día Internacional de la Mujer es noticia es la división del movimiento. Así que los cabos sueltos preferimos quedarnos en casa con una edición especial de ‘La campana de cristal’ o algo por el estilo, sin que nos deje de parecer una ironía que el lema del próximo 8 de Marzo sea «juntas avanzamos»; pues avanzar, puede; pero juntas, ya no.
 

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