Surrealismo, triller o comedia en la hostelería con los trabajadores

Luis Rodríguez García
22/01/2024
 Actualizado a 22/01/2024

Almodóvar podría hacer una película sobre la España Profunda de los años 20 del siglo XXI.

Con este tema les pongo en antecedentes sobre mi experiencia como hostelero en el Barrio Húmedo de León desde finales del 2009.

El horario que tengo en mi negocio entiendo que es un tanto anormal para lo que ha sido lo normal en este sector. Abro a las 12:00 hasta las 15:30 o 16:30 si hay comidas, y de 20:00 a 23:00 o 00:00 si hay cenas; en verano un poco mas por las noche.

Con este horario y 2 empleados a media jornada (que hay para todos los gustos y necesidades), el negocio funciona porque tengo para pagar todos los gastos y un sueldo para mi, con más tiempo libre, que con los años (más de 40 trabajando) es lo que quiero. Otro dato importante es que la mitad del año hay poco trabajo cara al publico, porque escasea, y tenemos, cero agobios y cero prisas.

Siempre he tenido un camarero/a por la mañana y otro por la tarde de martes a jueves, y estamos los tres viernes y sábados, que es cuando hay más clientes, como 5 o 6 veces más; domingo y lunes descansamos.

Desde hace año y medio más o menos para acá, he contratado unas trece personas que coinciden en el mismo perfil, salvando alguna excepción (no saben, no valen o no quieren responsabilidades, ni obligaciones); también me lo confirman otros colegas del sector.

Empieza la película:

– Marcha un camarera porque encuentra un oferta de 40 horas en otro bar. Dice que está aquí muy a gusto, pero es la mitad del salario y ahora necesita uno completo y lo entiendo.

– Contrato a otra, y no llega ni a presentarse después de firmar el contrato en la asesoría. Se fue a Canarias a vivir con su hermana (me lo comunica un pariente después de tres días).

– Entra otra, y al tercer día noto que tiene ‘ausencias’ como en la película de ‘Campeones’.

– Otra, que a los pocos días no viene porque «su mamá esta triste, que se murió una tía de ella en Colombia, y no la va a dejar sola. Dos días de asueto.

– Otro, que si no cogía una bufa el día anterior, venía, si no, no.

– Otra a la semana de empezar no viene a trabajar porque se siente mal, falta 2 días y cuando viene me espeta que está embarazada de 3 meses y medio, que se le había pasado comentármelo en la entrevista.

– Otro a los pocos días, me estampa que esto no es lo suyo y que no le gusta esta profesión. Pero para que viniste, le digo; dice, para probar, pero por lo menos no faltó al trabajo.

– Otra se tomó el viernes y sábado libre porque no tenía a nadie con quien dejar a la niña, y el martes me comenta que es que su marido no es muy niñero.

– Otra, profesional de currículum, no sabe qué es un Verdejo, ni un Mencía, pero me comenta que hay un cliente que quiere un Toro, se referirá a rabo de toro no, me dice, porque está mirando la carta. 

– La camarera que llevaba conmigo 11 años (responsable, servicial, honesta y profesional a tope, de mi absoluta confianza) se fue agobiando porque había veces que nos faltaba otro camarero/a –otras dos manos– (que no acabo de encontrar desde hace año y medio) y se marchó, «y a su bar le llamo libertad».

– Otro después de unos meses se fue sin avisar, y no me atendía ni al teléfono ni a los guasap, y después de varios días me dice que está en otro bar porque le ofrecieron 40 horas, y me avisa por Messenger, ah, y que el finiquito y la nómina lo deje en la asesoría que ya pasara a firmarlos

– Esta otra fue más lejos. Fue a Salamanca a ver a su madre, que estaba mala, en plena semana del Puente de la Constitución, teniendo padre y hermanos que la podían atender, y el domingo y lunes descansaba.

– Otro casi se va al más allá, porque al tercer día se desmayó en el bar, cogió la baja, y cuando le dieron el alta me dice que tiene diabetes, alta tensión, asma, artrosis, lumbalgias y reumas, y alguna pequeña anomalía neuronal. Ya decía yo que le veía un poco lento en el trabajo. Le dije que yo tenía un bar, no una oficina de atención al paciente.

– Por ultimo tengo a un marroquí, buen trabajador y muy dispuesto; pues no me salta que viene el ramadán y que ese mes no puede trabajar, que no puede tocar las botellas de alcohol ni cortar embutido, ni siquiera servirlo.

Así que yo me pregunto: me ayudará a mi también el gobierno, o aunque sea que me rescate un poco como a los bancos, porque tengo un drama pistonudo; un peliculón diría yo.

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