En octubre del año pasado la Junta de Castilla presentaba el borrador del mapa de Unidades Básicas de Ordenación y Servicios del Territorio (UBOST), supuestamente en desarrollo de la Ley 7/2013 de Ordenación, Servicios y Gobierno del Territorio de la Comunidad de Castilla y León.
Unas directrices de ordenación de un territorio deben, en esencia, expresar lo que la Administración quiere hacer con y en ese territorio. Es eso que tantas veces oímos por la Montaña: «Aquí lo que quieren es…», seguido habitualmente de algún pronóstico apocalíptico. La frase está viciada de raíz, porque nadie sabe exactamente quiénes son «los que quieren», ya que ninguna administración en esta provincia ni en este país se ha responsabilizado jamás de lo que hizo la anterior. Falla también el verbo (quieren), porque aquí nadie ha «querido» jamás nada, nunca ha habido un plan. Hemos funcionado siempre en base a las ocurrencias del gobernante de turno. Ahí encontramos una de las razones de la importancia enorme de la ordenación territorial: es un plan para el territorio que debe tener continuidad en el tiempo, gobierne quien gobierne.
Sorprende, por tanto, la pasividad total con que se afronta en esta Comarca todo lo relacionado con el asunto. ¿Ha tenido, por ejemplo, la Mancomunidad Montaña de Riaño alguna reunión para tratar el tema de las Ubost y la ‘nueva’ ordenación? Ninguna que sepamos. Curioso y preocupante, ya que las Ubost propuestas parten en dos la Mancomunidad (única figura de ordenación territorial aceptada y deseada expresamente por nuestros alcaldes, no lo olvidemos) y ponen en peligro directo su continuidad.
En cuanto a la Junta, da toda la impresión de tomarse la ordenación territorial a chufla, al menos en lo que a la Montaña Oriental se refiere. Si revisamos el proceso vemos como va cambiando continuamente, no para mejorar las cosas, sino para irlas enredando cada vez más.
En 1965 el Mapa de Comarcas del Ministerio de la Gobernación daba el nombre ‘Montaña de Riaño’ a todo el confín nororiental leonés, desde el río del Olvido hasta el límite con Palencia. En 1977, ya en democracia, el Servicio Nacional de Consejos Económico Sociales en su publicación ‘Comarcas Españolas’ mantiene la misma denominación. En 1985 la Junta hace una propuesta de comarcalización en la que cambia el nombre ‘Montaña de Riaño’ por el de “Montaña Oriental”, dividiendo en tres partes la Montaña Leonesa: Occidental, Central y Oriental. En 1994, otra propuesta de la Junta (Modelo funcional de servicios) vuelve a cambiar ese nombre por el de Boñar-Cistierna.
En 1996 empieza como tal el proceso de ordenación del territorio. Lo que viene después es una especie de ‘hemorragia legislativa’, de esas tan típicas de la Junta: leyes que vienen a ser sustituidas por otras leyes sin llegar jamás a entrar en vigor de forma efectiva.
En el año 2000 se publica para debate el documento Directrices de Ordenación del Territorio de Castilla y León. El de las ‘Áreas Funcionales’ y los ‘Núcleos de Interés Territorial’. El mapa de nuestra zona, que se definía como ‘Área Funcional de Cistierna’, no tenía desperdicio. El nombre ‘Montaña de Riaño’ desaparecía y aparecía en su lugar el de ‘Picos de Europa’ situado sobre la sierra de Carande, y un poco más al norte, sobre Casasuertes, el de ‘Montaña de Covadonga’. Más desconocimiento del territorio a ordenar.
Después vendría la Ley 3/2008 de aprobación de las Directrices Esenciales, que daba por bueno ese mapa, y casi inmediatamente comienza el proceso de redacción y aprobación de las Directrices de Ordenación de Ámbito Subregional de la Montaña Cantábrica Central, más conocidas como ‘de San Glorio’, o ‘del Rincón del Vago’. Ya no fue sólo el disparate de ordenar un territorio enorme a la medida de una empresa privada, fue ordenar un territorio en base a un proyecto que tenía todas las trazas de ser ilegal, como luego se demostró, porque tras 15 años de debate estéril, el proyecto no aguantó ni el primer asalto.
Estas nuevas DOT eliminaban todo el mapa anterior, inventaban una nueva megacomarca, se saltaban los límites provinciales y caían en dislates como dejar el valle del Cea o Valdeburón fuera de los ejes de dinamización turística.
Pese a todo, el proceso culminó con la aprobación de la Ley 4/2011 y tal como se predijo, la estación de esquí de San Glorio no se hizo, pero sus DOT ahí han quedado, aprobadas y en vigor.
Ahora la Junta presenta las Ubost, que son de facto un esquema de ordenación distinto.
Ni se molestan en explicar que encaje tienen las Ubost en las DOT anteriores. En cuestión de nombres las Ubost vienen a enredar más el panorama que había. Insisten en el error de llamar Picos de Europa a lo que nunca lo fue, y borran uno de los nombres con más valor que tenía León: Montaña de Riaño.
El tema de los nombres puede parecer secundario, pero con todas sus industrias extractivas y de transformación desguazadas, al pobre León lo único que le queda para ‘vender’ es identidad. La identidad viene siempre ligada a una imagen y a un nombre. El cambio continuo de nombres, o su pérdida, anula cualquier identidad.
¿Una propuesta? Conservar el nombre ‘Montaña Oriental Leonesa’ para todo el territorio tributario de los ríos Grande, Cea, Esla, Porma, Sella y Cares. Reservar el nombre ‘Montaña de Riaño’ para los ayuntamientos incluidos en esa Mancomunidad, y el de ‘Picos de Europa’ para sus únicos, verdaderos y legítimos dueños: Valdeón y Sajambre.
Riaño, Cistierna, Boñar, Lillo y Puente Almuhey deberían pedirse cómo unidades básicas de ordenación separadas, pero coordinadas y unidas por encima de luchas cainitas en los temas conjuntos que nos afecten como Montaña Oriental. Mantener servicios en Burón, Oseja, Posada, Boca, Prioro, Sabero y Crémenes; pueblos que deben articular sus respectivos valles. Cambiar el nombre del Parque Regional, con el fin de que los dos parques que tiene la comarca dejen de lastrarse el uno al otro. Morgovejo y Caminayo, por su enorme valor natural, deberían integrarse en el Parque Regional pasando al ayuntamiento de Prioro y, por supuesto, hay que acabar de una vez con el disparate de que Valdeburón tenga tres ayuntamientos.
En realidad ya da igual. El bombardeo de millones europeos que recibió la Montaña Oriental en los 90 cayó como granizo en un bardial. El sueño de una comarca industrial y de servicios en el sur; ganadera y turística en el norte, se disipó. Los fondos mineros sólo sirvieron para desguazar montes y hacer obra ordinaria; el Parque Regional y el Nacional para hacer experimentos sociopolíticos. La oportunidad de contar con una conexión decente con Europa se perdió para siempre por no trazar 30 kilómetros más al norte la autovía León-Burgos. ¿El turismo? Somos la única comarca de España que tiene menos turismo que hace 40 años. Probablemente lo único que queda con poderío suficiente para mantener viva la Montaña es el amor que por ella conservan sus emigrantes.
Personalmente me conformaría con que los gobernantes comprendieran que cuando a un pueblo de montaña le cierras un servicio se lo cierras a todos los que están alrededor. Importan bien poco todas las declaraciones de buenas intenciones si al día siguiente vienen a quitarte el servicio de correos, como está sucediendo ahora mismo. Salud y gracias por su tiempo.
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