Por San Martín, fiesta

Julio Cayón
07/11/2015
 Actualizado a 01/09/2019
El barrio de San Martín, uno de los enclaves urbanos más populares de la capital leonesa, celebra mañaba domingo día 8 la fiesta de su titular, San Martín de Tours, el santo que también da nombre al templo levantado a la vera de la rotulada oficialmente como calle de la Plegaria –no Plegarias–, en recuerdo a doña Constanza –madre de Alfonso XI, el Rey niño– quien, en 1313, dolorida y llena de temores, se postraría allí mismo, a los pies de la Virgen durante la procesión de Viernes Santo, para pedir por su hijo después de un episodio de armas y sangre la fecha anterior en el entorno del propio barrio. Pero esa es una historia que forma parte de otro de los sorprendentes y abundantes capítulos de la tradición leonesa.

Aunque se da por cierto el 8 de noviembre del año 397 como fecha del óbito de San Martín, no lo es menos que la Iglesia Católica lo recuerda en su santoral el 11 posterior, personalizándolo mediante una biografía digna de ser leída y meditada. Su talante, conciliador y justo, lo elevó al cariño de cuantos lo conocieron y admiraron, a pesar de que, cuentan, era inflexible con aquellos que practicaban malas costumbres. En cualquier caso, no era menos caritativo con estos últimos, a quienes procuraba ayudar y aconsejar para salir del error.

Recordando los calendarios recientes, conviene señalar que la barriada fue, durante muchísimo tiempo, uno de los núcleos comerciales y sociales más destacados de la ciudad. Reconvertida en la actualidad en una selva de locales hosteleros, ya nadie se acuerda de la pujanza que tuvo por su variedad de establecimientos de todo tipo y necesidad. La firma ‘Almacenes Catalanes’, recientemente clausurada en la calle Platerías, representaba el recuerdo y la pujanza –quizá también la nostalgia– de lo que llegó a ser el barrio de San Martín en sus momentos más prósperos. Tiendas de confección, de muebles, pastelerías, queserías, charcuterías, botonerías –La Casa de los Botones, que se encontraba haciendo esquina entre las calles Platerías y De la Plegaria–, mercerías, estanco, imprenta, droguería, zapaterías de venta y compostura, de esta última especialidad como la siempre recordada de los hermanos Canuria, Joaquín y Félix, en la plaza de San Martín o de Las Tiendas, con el señor Lorenzo a la cabeza, su padre –distinguido y respetado por todos con el sobrenombre de Maestro–; cordelerías, cuchillerías, joyería, arreglo y venta de estilográficas, farmacia… en fin. A ello se le unía los mercados populares de la Plaza Mayor, los miércoles y los sábados –que ahí siguen– con lo que la actividad económica podía calificarse de altos vuelos e importantísima.

Todo aquello ha fenecido. Sólo es un recuerdo. Casi como una novela con ribetes históricos y citas puntuales. Los que tienen –o tenemos– una edad, rebobinamos las imágenes con cierto deleite y, a la vez, con probada tristeza, pues no en vano forma parte de nuestras vidas y del ya amarillento y clásico León, que ha ido perdiendo parte de su identidad, costumbrismo y esencia.

Sin embargo y pese a las circunstancias, el barrio de San Martín continúa cumpliendo con el encargo de conmemorar la festividad del santo. Y así, unos entusiastas parroquianos –dicho sea a la vieja usanza– se empeñaron hace unos años en dar testimonio de su compromiso de vecinos. Y con la anuencia y colaboración del párroco de la feligresía, a la sazón Argimiro Alonso, programaron una procesión y una eucaristía para recordar la figura del consagrado Martín. Manolo ‘el Porreto’, ya fallecido, hombre espléndido, cordial y cercano a todos, fue uno de los principales impulsores del cortejo y por eso, en un ejercicio de gratitud entrañable, es obligado recordarle. Ahora, años después, es el sacerdote Manuel Flaker Labanda, que rige en la actualidad los destinos de la centenaria y muy leonesa parroquial, quien cubre los desvelos y apoya la ilusión de cuantos participan de la festividad católica.

La conmemoración principiará el domingo, día 8, a las 12 del mediodía con una procesión en honor de San Martín, cuya figura será portada a hombros por las calles del barrio, A continuación, una misa solemne y, después, unos vinos. Hablamos del barrio de San Martín, del Barrio Húmedo. De un lugar irrepetible. De un enclave castizo y especial.
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