El Foro por la Memoria de León denuncia la vandalización del monumento en homenaje a los fusilados y fusiladas por el fascismo franquista en el Campo de Tiro de León y recuerda que son consecuencia del actual auge del neofascismo en León. La legalización de partidos políticos de extrema derecha como Vox que abiertamente defienden y no condenan el fascismo y la dictadura franquista dan alas a estos actos vandálicos. El blanqueamiento de la dictadura fascista al permitir que este tipo de partidos estén legalizados y no sean disueltos de forma inmediata están destruyendo la democracia y la convivencia pacífica en la ciudad de León.
El Ayuntamiento debe tomar medidas contundentes no solo para vigilar que no se vandalicen los monumentos en homenaje a quienes defendieron con su vida la democracia republicana, que es la base de la actual democracia, sino también y de forma inmediata para prevenir la destrucción de la democracia ciudadana por quienes la están poniendo en peligro de nuevo: los herederos de aquel fascismo hoy aglutinados en el partido de Vox. Debe iniciar medidas para que sea ilegalizado.
Con la inscripción ‘memoria histórica, Sánchez y Zapatero al vertedero’ en el monumento en La Candamia, los neofranquistas parecen querer resucitar el fascismo que desprecia la democracia y la convivencia, reclamando volver a la época del fascismo franquista, promoviendo el asesinato de presidentes de nuestra democracia y «arrojarlos a las cunetas, a los vertederos» como ya hicieron los fascistas en la dictadura franquista con los representantes elegidos democráticamente en la II República.
El problema no es solo la reiteración del acto vandálico, que ya se produjo el año pasado y recientemente, cuando se celebró el 14 de abril día de la República, sino la manifiesta obstinación de quienes pretenden que olvidemos o se esfuerzan por ocultar la barbarie de la dictadura franquista, el genocidio «de la España que no pensaba como los golpistas» o no eran suficientemente afectos al régimen, los 300 campos de concentración que crearon, la cárcel a cielo abierto en la que convirtió el país, el expolio de los bienes de las familias republicanas que ha cimentado la fortuna de grandes fortunas actuales que cotizan en el Ibex 35 o la represión durante cuarenta años y la eliminación de todas las libertades y derechos colectivos y el atisbo de cualquier democracia en este país.
No se puede banalizar el mal, como nos enseñó la filósofa Hannah Arendt. No podemos permitirnos la ignorancia, el olvido intencionado o la desmemoria de la barbarie que ha supuesto para la humanidad el fascismo que empezó a crecer en los años treinta del siglo XX y que trajo consigo el genocidio sistemático de quienes señala como enemigos, sean los ‘rojos’ en la España de la II República (que eran los demócratas que defendían una república democrática y la justicia social), sean los ‘judíos, comunistas y gitanos’ en la Alemania nazi, o sean actualmente los ‘palestinos’ a quienes el régimen israelí ha señalado ahora. Las generaciones venideras nos preguntarán cómo pudimos mirar para otra parte, cómo nos mantuvimos indiferentes ante la barbarie que se estaba cometiendo ante nuestros ojos, cómo fuimos cómplices de ella. Ya lo decía Martin Luther King: «Tendremos que arrepentirnos no solo de las acciones de la mala gente, sino de tanta gente que con su silencio cómplice miraba para otra parte».
Los jóvenes actuales no pueden pasar por la escuela, durante al menos diez años, sin saber esto. Sin que se les enseñe las consecuencias de la barbarie fascista. Sin que se les enseñe lo que supuso la represión de la dictadura y la represión franquista durante cuarenta años. Para muchos de ellos será el único momento de sus vidas en que tengan contacto con el conocimiento académico. Tenemos el deber de memoria, consagrado por el derecho internacional y que nos obliga a enseñar y educar a las nuevas generaciones en la defensa de la democracia, de los derechos humanos y del respeto y convivencia con el diferente, a pesar de que no piense como nosotros. No podemos seguir ocultando la memoria y pasando de puntillas por este tema en la escuela o no llegando a él. Porque las consecuencias son aterradoras para la democracia, la cohesión social y una convivencia plural en nuestra sociedad.
España tiene que dejar de ser una anomalía democrática europea en esto también. Porque si las democracias europeas se constituyeron desde el antifascismo, tras derrotar al fascismo en la segunda guerra mundial, la democracia española se constituyó desde el olvido del pasado. Las consecuencias de este olvido, de esta desmemoria son estas. Y no podemos permitirnos que las futuras generaciones repitan la barbarie que vivimos en España durante cuarenta años de dictadura.
El Foro por la Memoria agradece a la Escuela de Artes y Oficios del Ayuntamiento de León que haya restaurado en sucesivas ocasiones el monumento, la memoria de la dignidad y de la memoria de quienes dieron su vida por la democracia y por intentar construir un mundo más justo y mejor para las futuras generaciones. Pero no puede estar continuamente reparando el monumento en el Campo de Tiro, porque está vandalización es el síntoma.
La enfermedad es el actual neofascismo. Es Vox. No podemos dejar que su barbarie nos intimide y transforme de nuevo la democracia en un proyecto fallido. El Ayuntamiento que nos representa debe actuar de forma contundente para recuperar la democracia e impedir que el fascismo vuelva a campar en el municipio de León.
Enrique Javier Díez Gutiérrez es vicepresidente del Foro por la Memoria de León