Entre risas y promesas: así se burla el poder

Raúl Barrientos Antón
05/11/2025
 Actualizado a 05/11/2025

La broma sobre la supuesta incapacidad para pronunciar la ‘y’, protagonizada por el candidato socialista Carlos Martínez, no fue un desliz inocuo: fue un gesto de desprecio con un historial previo hacia una identidad histórica y hacia los problemas reales que arrastra León. Cabe recordar que la conjunción ‘y’ no es un simple nexo, representa la unión de dos regiones históricas y reconocidas.

No se trata solo de una grosería lingüística; es la expresión de una actitud: minimizar lo leonés como si fuera una broma mientras se obvian, en el discurso y en la gestión, los dramas demográficos, económicos y territoriales de la región. Cuando quienes aspiran a gobernar usan la ironía para reírse de un sentimiento colectivo, validan la invisibilidad institucional que ha marcado a León durante décadas. Esta conlleva pérdida de población, abandono de infraestructuras y decisiones administrativas que concentran recursos lejos de nuestra tierra.

Conviene recordar que la política tiene la responsabilidad de proteger los sentimientos colectivos y los intereses materiales de la ciudadanía. Burlarse de una identidad no es solo falta de respeto: es una forma de hacer política por omisión. Es llamativo que la respuesta oficial haya oscilado entre la disculpa forzada y la petición de «calma». Esa ambivalencia solo demuestra la falta de sensibilidad y la carencia de mirada territorial.

Pero la reacción no debe quedarse en la queja: debe transformarse en exigencia política como está ocurriendo en esta ocasión. Exigir respeto y políticas tangibles: inversiones que detengan la sangría demográfica, infraestructuras que conecten el territorio, políticas industriales y educativas que creen empleo estable y un reconocimiento de la singularidad regional. Nuestro combate debe ser práctico y estratégico: no permitir que la identidad se convierta en chiste, ni que la lucha por el reconocimiento sea relegada por sonrisas cómplices en actos de campaña.

La voz leonesa ha de ser firme, no resignada. Responder con indignación es legítimo; responder con proyecto es indispensable. No podemos permitir que la política se reduzca a gestos interesados y partidistas cuando de lo que está en juego (la supervivencia socioeconómica) depende el futuro de miles de familias. Que una broma sea el detonante para despertar la conciencia colectiva: la defensa de nuestra identidad acompañada de propuestas que transformen la ofensa en oportunidad.

Si la clase política no comprende la gravedad de su desprecio, será la sociedad leonesa la que tome nota en las urnas y en la calle. Porque el PSOE no es alternativa ni mucho menos salvación: tras años de promesas, el Sepi no ha intervenido prácticamente en el suelo de Torneros y el proyecto de Feve sigue «sin regreso al centro a medio plazo» según el propio ministerio. No pedimos privilegios: pedimos justicia territorial, respeto y responsabilidad. Reírse de León es reírse de su gente. Y a esa burla le responderemos con la seriedad de quien protege su hogar.

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