Llega el mes de Noviembre, el que para algunos es el más triste del año, un mes muy nostálgico y con un algún puente que, para beneficio de la salud y mal de los ánimos y la economía, muchos no van a poder disfrutar como les gustaría.
Este mes es malo, pero no lo suficiente como para sacar lo bueno de lo malo, mala suerte dentro de la buena suerte como diría alguno y es que al igual que cuando Forges decía en sus viñetas hablando de otros temas que no nos olvidemos de Haití, siguen existiendo muchas cosas peores que el COVID y sus consecuencias.
En este mes, al igual que aparecen setas, también florecen algunos bigotes y es porque el movimento movember nos recuerda su lucha contra las enfermedades masculinas, sin menosprecio de otras, que afectan a ambos sexos por igual o aquellas que afectan a las mujeres y en las que los hombres sólo pueden dar apoyo y devolver lo que las mujeres han dado tantas veces.
El cáncer de próstata y el cáncer testicular son obvios, pero no lo son tanto el sedentarismo o la salud mental y la prevención del suicidio (60 hombres se suicidan cada hora en el mundo) o lo que equivale a casi más de medio millón de muertes (casi la mitad de las muertes por COVID en lo que va de año).
La incómoda realidad es que algunos estereotipos de masculinidad matan a los hombres, ya que los hombres, independientemente de su edad, intentan ser «fuertes y tener las cosas bajo control», con la sensación de que pedir ayuda es de flojos y no de machotes y no suelen reconocer que tienen un problema de salud mental lo que puede hacer que no se sientan cómodos pidiendo ayuda.
Ponerse en contacto con amigos y familiares ayuda a prevenir que en tiempos difíciles los hombres sientan que no puedan compartir sus problemas, lo que contribuye con el alto porcentaje de suicidios masculinos, aproximadamente tres cuartas partes de los suicidios.
El machismo también mata a los hombres.
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