Contra las violencias

Elena Blasco
10/09/2025
 Actualizado a 10/09/2025

Al hilo de los amantes de la fruta, de los devotos de las fosas, de los coleccionistas de barcos hundidos y de los que convocan congresos internacionales sobre negación de la violencia machista y cuestionamiento del feminicidio, la violencia se hace física, abandona el terreno de la palabra y se expresa en las calles. Es lo que ha ocurrido recientemente y de distintas formas en esta ciudad y en otras tantas, una violencia física, simbólica e ideológica. Gratuita en líneas generales y que sólo responde a los mensajes que previamente se lanzan al viento para que alguien, algún necio, los recoja y los lleve a la práctica.

Así sucedió con los lemas escritos en carteles infames acerca de los acogidos en el chalé del Pozo de Villaquilambre hace unos meses. Así sucede reiteradamente con la violación del mural feminista cercano a San Marcos. Y así nos topamos hace escasos días con una agresión directa por parte de un grupo fascista contra un joven comunista, cuya única falta era esa, su militancia. Todos estos hechos han sido denunciados por diversas organizaciones leonesas, entre ellas nuestro sindicato. Pero conviene insistir en ello una vez más.

No deja de ser paradójico que haya sindicalistas encarceladas o procesados por ejercer derechos constitucionales. Nos referimos a las lamentablemente famosas «seis de la suiza» o a otros compañeros a quienes se aplica con alegría la Ley de protección de seguridad ciudadana. Incluso a quienes protestan contra el genocidio en Gaza. Frente a esta represión nada razonable, se actúa con frivolidad frente a quienes se sitúan, de palabra o de obra, fuera de los márgenes constitucionales y, desde luego, enfrente de los Derechos Humanos. Es obligación de las autoridades, a nuestro juicio, perseguir esos hechos, también esas opiniones que expresan odio, con el objetivo no solo de hacer justicia, sino también para asegurar una convivencia en la que debemos comprometernos. Más todavía en unos tiempos turbios como los presentes. Y es obligación política, de todas aquellas personas que la ejercen, condenar hechos como los señalados, porque el primer compromiso de un demócrata es ser antifascista. Todo lo demás son simples posturas, apariencias y falsedades.

La ciudad de León no se merece, en suma, actuaciones como las que ahora volvemos a reprobar, con el convencimiento, además, de que ése no es el sentir del conjunto de trabajadores y trabajadoras a quienes representamos. Quizá por eso las organizaciones de extrema derecha sitúan a los sindicatos de clase como sus principales adversarios y quisieran vernos callados y en la cárcel, tal y como más de una vez ha manifestado uno de sus líderes. Pues bien, sépase que, junto a nuestra condena, volvemos a reiterar nuestra fe democrática y nuestro compromiso con sus principios.

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