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El tren de la bruja

22/01/2024
 Actualizado a 22/01/2024
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Hace cuatro décadas que los trenes dejaron de circular de arriba a abajo por la Vía de la Plata, la Ruta de la Plata o la línea de Plasencia a Astorga porque todas las denominaciones hacen referencia al trazado ferroviario del oeste español, pero ahora está tan de moda como si fuera precisamente el montar una línea con toda su infraestructura y servicios lo que evitara la pérdida de población en las provincias de León, Zamora y Salamanca, incluso las de Cáceres y Badajoz… 

Los defensores del proyecto le dirán que sí, seguramente porque lo pone el argumentario del partido, pero ojalá tuvieran razón y algo de criterio. De todos modos, no le quepa la menor duda de que la barbaridad que usted paga a diario en impuestos directos, indirectos y atravesados va mucho mejor invertida en una vía ferroviaria con sus estaciones y sus trenecitos circulando de un lado para otro que financiando chiringuitos de dudosa reputación, políticas nefastas y manteniendo holgazanes que no trabajan porque no quieren trabajar.

Muchos que reivindican ahora la vuelta del tren jamás se han subido a un vagón de pasajeros para viajar de un lugar a otro y otros muchos que sujetan la pancarta en las manifestaciones por su recuperación tienen claro que en caso de ponerse en marcha jamás van a ser clientes asiduos de Renfe. Porque si algo nos ha enseñado el progreso es que la comodidad de ir y venir cuando a uno le dé la gana, parar donde le apetezca y no depender de horarios ni de estaciones ni de sacar billetes con antelación por si se terminan –entre otras cosas– todo eso es incompatible con el transporte público, por mucho que le ofrezcan.

Claro que está muy bien reivindicar y tirar por lo de uno, sobre todo cuando ves que eres un español de segunda, de tercera o de cuarta porque tu voto no lo metiste en una urna de Cataluña o del País Vasco sino en León. Pero me da que al final nos vamos a quedar con el tren de la bruja para que dé vueltas en círculo a los más pequeños, aunque cada vez también hay menos pasajeros dispuestos a subirse a un convoy que no deja ver mundo más allá de un trozo de la feria y donde la única ilusión es la de salir de allí con una escoba como trofeo.
 

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