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Trampas a la carta

12/11/2023
 Actualizado a 12/11/2023
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Se hizo presente el esperpento sanchista por un puñado de votos, que no de dólares, como la película de Sergio Leone. Los que necesitaba el truhan de Sánchez para hacer definitivamente ingobernable este país averiado. Porque España, ahora, es una máquina gripada con difícil solución por falta de un adecuado mantenimiento. Cosas de las chapuzas que se han venido perpetrando desde los talleres de La Moncloa, con tal de no perder el momio; es decir, la ambición desmedida de un presidente tan falaz como funesto. Y tan barullero como inescrupuloso. Su máxima ha sido, y es, ciscarse (segunda acepción del diccionario de la RAE) en todo. En todo lo que no le beneficie a él. No importa el cómo ni el por qué. Así de poliédrica y menesterosa es la libertad que el inquilino monclovita, como jefe de sala, entiende.

Resulta desalentador, que a estas alturas de la democracia haya un presidente del Gobierno (en funciones hasta mediados de la semana entrante) que pase a la historia –y con mucha diferencia–, como el más trabucado de cuantos han sido. No hay parangón. Es imposible encontrar a alguien que se le asemeje. Y, encima, con su sonrisa ladeada y su incipiente tupé canoso, va de dandi por Europa, que por España ni puede pasearse. Su carrera, en fin, ha resultado un continuo contrasentido y nadie en su organización –el partido es él y sólo él, claro– le ha querido echar cuentas ante tamaño desatino. Van bien en la burra. Al menos, de momento. 

Tampoco sobra decir que la ha metido doblada allá donde ha estado. Y nunca se ha avergonzado por ello. Después de la negación a Podemos, con los que se encamó en menos de cuarenta y ocho horas; su ‘repulsa’ a Bildu y sus machaconas repeticiones de que con Otegi jamás pactaría; de que Puigdemont y su tropa pasarían por el fielato de la Justicia sí o sí… atentos a lo que señaló el ‘pavo’: «Hay que confiar en una persona como yo, porque soy una persona honesta, que hace lo que dice, que quiere por encima de cualquier otra cosa a su país, que he demostrado que he antepuesto el interés general al interés particular…» Este es el sujeto, el que ha vendido hasta los mostradores y las estanterías, con tal de seguir manteniendo el postín y enseñorear su arrogancia. Los harapos y la mugre los lleva por dentro. Pero huelen.

Con un tipo así en el puente de mando, España se va al estercolero. Ni separación de poderes, ni gaitas gallegas. Totum revolutum. A la fecha, la Cataluña independentista –que no es la Cataluña real por mucho que se vocifere de manera interesada– es la punta de lanza del desastre político nacional y sus consecuencias. Después vendrá el País Vasco y sus previsibles reivindicaciones independentistas ¿Qué más falta, señoría? ¿Que a Sánchez le diera un torzón? Eso falta.

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