El desempleo en España ha aumentado en más de un 11 %. Se trata de la mayor subida en un primer trimestre de año desde el 2013. Demoledor. Esta información nos llega a las puertas del 1 de mayo, día del trabajo.
La justificación, o una de las explicaciones de este dato, es el desplome de la hostelería en estos meses. Cuando la Semana Santa se celebra en marzo las cifras suelen ser más favorables.
Una vez más queda patente el peso que este sector y el turismo tienen en nuestro país a nivel económico y laboral. Una dependencia sobre la que muchas voces advierten que puede ser peligrosa. O en todo caso, no tiene nada de positiva.
Para muestra, un botón. El hundimiento que sufrió la economía cuando la pandemia obligó a cerrar bares y restaurantes y restringió el movimiento de turistas.
Pero si las cifras de parados y nuevos empleados sufren notables variaciones según la época, surge otra pregunta, ¿qué tipos de contratos se están suscribiendo que generan tal inestabilidad en los números?
Empleos precarios y de corta duración que sirven para ampliar personal que permita salvar determinadas temporadas con alta demanda y enviar a ese personal de nuevo al paro en cuanto deja de considerarse necesario.
O sea, trabajos de usar y tirar, basura.
Hay excepciones, aunque en una visión general parece que el concepto de establecer una relación laboral estable, de las que duraban décadas o incluso toda la vida activa, se ha quedado obsoleto.
También está la inseguridad y la falta de motivación que provoca esta situación. Ir a trabajar puede ayudar a salir del paso y cubrir las necesidades básicas, sin embargo, en muchos casos no deja opción a otros planes de futuro como la compra de una vivienda.
Eso por no hablar de las condiciones abusivas que llevan implícitas ciertas ofertas, prácticamente inasumibles.
Esperemos que se dé con una solución a esta problemática, que todos podamos trabajar y vivir con dignidad. No es ningún capricho, es un derecho.
Feliz día del trabajo a todos.