05/05/2025
 Actualizado a 05/05/2025
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El pasado uno de mayo, se celebró el día del trabajador y, mientras transcurría este, no pude evitar preguntarme el por qué de esta celebración y su origen. 

Mientras buscaba información, descubrí que se remontaba al año 1886, concretamente al 4 de mayo, durante la conocida revuelta de Haymarket, que fue una manifestación sobre la lucha de los derechos de los trabajadores, acerca de la jornada laboral, que terminó con la condena de ocho manifestantes.

Todo esto, me motivó a seguir indagando sobre el cómo y, tratando de reflexionar, llegué a la conclusión de que no todo el mundo es capaz de entender la importancia que tuvo la revuelta en la actualidad.
Me temo que, a pesar, de todo el esfuerzo que pusieron todos y cada uno de nuestros antepasados trabajadores, defendiendo hasta con su vida que se respetara a cualquier persona que quisiera trabajar, hoy día, en algunos sectores sigue sin ser así.Es curioso ver, cómo a pesar de que se conocen los derechos en materia laboral, se siguen menospreciando estos, a través de despidos improcedentes o vejaciones hacia el empleado. 

Y todo esto, me lleva, no solo a reconocer la existencia de la precariedad laboral que mece a España y en general, a otros países, sino a resaltar que en muchos casos, la víctima se siente obligada a no decir nada o a conformarse porque necesita el dinero para poder sobrevivir y, escribo sobrevivir, porque vivir no debe implicar sufrir injusticias y callar por miedo. 

Me apena ver en qué se ha convertido el ser humano, aunque todos no sean iguales, la gran mayoria mira hacia su propio beneficio, siendo esto, causa directa hacia la explotación de personas, animales o cualquier recurso que genere una riqueza. Es cierto, que necesitamos el dinero para poder comprar comida, medicamentos, ropa o transporte, pero parece que nos lleva a la dependencia directa de lo que genera ese dinero, de ahí, la cruda necesidad de trabajar. No hablo solo por mí, sino de testimonios reales, en los cuales se habla sobre el miedo a la pérdida del trabajo, que llega a generar ansiedad, puesto que genera estrés en quienes lo sienten. Un informe de Oxfam Intermon, cuyo autor es Alejandro García-Gil, titulado: “Pobreza laboral. Cuando trabajar no es suficiente para llegar a fin de mes”, describe que muchas personas, aunque dispongan de trabajo, no son capaces de llegar a fin de mes. Además, expone que los sectores más afectados son la agricultura y el trabajo doméstico. Sin embargo, la pregunta del millón, sería: “¿quién no se ha sentido ahogado alguna vez a fin de mes?”.   En conclusión, a pesar de que algunos no pertenezcan a los sectores antes mencionados, sigue existiendo un problema económico, causado por el precio de la vivienda, el crecimiento del precio de los alimentos o los gastos que son ineludibles, como la luz o el agua.Por ello, realmente, “¿se trabaja para vivir  o se vive para trabajar?”.

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