02/06/2021
 Actualizado a 02/06/2021
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Estimo que gran parte de mi generación, a la par que experimentaba las muchas transformaciones que en vida y mundo se dan, cantó la cierta y triste, por exiliada, canción de Julio Numhauser –cofundador en 1965, junto a los hermanos Eduardo y Julio Carrasco del mítico grupo Quilapayún– ‘Todo cambia’ aunque más escuchada en boca y tono de Violeta Parra o Mercedes Sosa. Y así, de la mano de canción y experiencia, hemos aprendido que «Cambia lo superficial/ Cambia también lo profundo/ Cambia el modo de pensar/ Cambia todo en este mundo».

¿Todo? Casi todo, diría hoy, y, lo que es peor, no siempre a mejor. Con lo bueno que sería que algunas cosas no sólo cambiasen, sino que incluso desaparecieran de nuestros días y vidas.

Por ejemplo, y aun pueda sonar repetitivo por mi parte (más se repiten ellos y a más alto coste humano), los feminicidas. No son pocos 31 feminicidios en lo que va de año. Crímenes machistas tantas veces ejecutados por los que llamo ‘tardíos suicidas’, pues alrededor del 30% de estos asesinos de mujeres consuma (20%) o intenta (10%) el suicidio. Qué lástima que, ya que nada caballeros, se empeñen en desgraciar las buenas formas y no se maten ellos primero. Seguro que, en estos casos, más paz dejarían que la que encuentren.

Otros que, en mi opinión, podrían ausentarse son los empeñados en demostrar la vigencia del concepto marxista de plusvalía o el valor del trabajo no pagado al obrero –perdón, que no quedan– al empleado, y que crea un plusproducto del cual se hace propietario el empresario –perdón, que se me ofenden–, la empresa (anónima por supuesto). Un ejemplo ficcional, inspirado en nuestra nunca bien ponderada banca, lo tenemos en un Getagolforri que, a fin de mejorar sus parvos emolumentos de unos quinientos mil euros anuales hasta 1,65 millones más variables por objetivos y los de sus accionistas, ha optado –no sin la complicidad de su consejo de administración de CajAtrac– por la plusvalía relativa, disminuyendo en casi 8000 sus empleados. Qué sobredosis de patriotismo ficción. La banca, se sabe, no cambia.

Menos mal que, mientras, nuestro gobierno no para de hacernos transferencias. No dinerarias, sino de responsabilidad. Que le hemos vacunado la primera dosis con AstraZeneca, pues usted sabrá lo que hace, pero si quiere completar el ciclo con ella me lo firma que, en esto, más que europeo soy higiénico modo Pilatos.

De la disyuntiva de los indultos, otro día, que me sube la tensión.

¿Todo cambia?

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.
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