Tiene drones la cosa

22/04/2025
 Actualizado a 22/04/2025
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La Semana Santa llega para sacar la Biblia del papel y convertirla en tallas seculares, pero empiezan a empujar ya los santos más hombros que los de los cofrades. Vienen tirando fuerte las nuevas tecnologías y ya casi hay más móviles que ojos frente a los santos, más instragramers promocionando las semanas santas que feligreses, más vídeos de ticktockers reflejando el chascarrillo buscado por debajo de alguna túnica que procesiones de pasión. Ahora las visitas semanasanteras se contabilizan por visualizaciones, se reservan rutas guiadas por aplicaciones y se paga con bizum como si el teléfono centralizara todo lo que como sociedad somos: amistades y dinero, algo más de lo segundo para engordar lo primero. Hablamos de avance cuando introducimos todo eso en el cóctel de presente que bebemos cada día, desde una pantalla de bolsillo que ya estamos pensando en instalarnos debajo de la piel. Cómo avanzamos, nos decimos al sentirnos metidos en una carrera de velocidad que casi no podemos acometer. Avanzar ¿es esto? Y en medio de la carrera, un freno, el de la vuelta a la túnica de hermano, a la vela y al sonido de corneta. Vuelta a la procesión del recuerdo, a acompañar en las lágrimas a la Dolorosa, en el silencio al Nazareno, en la alegría al San Juanín…Y en el regreso, la mezcla con el avance. La paloma de la paz se convierte en un dron que quiere sumarse a la devoción. Bueno, es un ave de seguridad más que de ocio. Una mirada desde el aire a la confección de una aglomeración para definir estrategias con las que coger apuntes y mejorar en los equilibrios de masas. Y además es un sacar pecho tecnológico de una ciudad que hace de ello bandera. Pero, no siempre incorporar al nuevo sale como se diseña en el plan de inserción. El dron no pudo con la solemnidad de la tradición. Se vio el hombre muy moderno y se despidió casi al tiempo de ser contratado. La procesión del Silencio ponferradina nunca fue tan muda como cuando el innovador artefacto se desplomaba sobre una fiel que esperaba ver santos y no estrellas esa noche. Detrás del desastre, un inexplicable fallo o milagro o la intervención de un duende ateo. Se desconocen las causas pero sí la cuantía de los daños: centenares de comentarios en las redes que han abierto una puerta de acusaciones y de infundios que han dejado en segundo lugar en el pódium del anecdotario la caída del San Juanín hace dos años, con el resbalón del pronador en su sprint hacia la Virgen. 
 

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