07/01/2015
 Actualizado a 14/09/2019
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Ante la amenaza –o alivio, míralo como quieras– de volver a la rutina, es tiempo ahora de Reyes. De los Magos de Oriente, claro, que hace un par de noches vinieron a nuestras casas cargados de regalos, haciendo las delicias de los más pequeños, que para eso se han portado bien todo el año.
Pero, además, Sus Majestades no se han olvidado de dejarnos una buena ‘ración’ de ilusión, que siempre viene bien y nunca se sabe cuándo hará falta. Si algún día la necesitas y no la encuentras, cierra los ojos y busca dentro de ti; y verás cómo, simplemente, aparecerá…

Ayer fue el día de Reyes, de aquellos sabios que –según la tradición religiosa–, desde el Oriente, llegaron a Belén siguiendo una estrella para adorar al rey de los judíos, que acababa de nacer.

Pero, además de celebrarse la Epifanía –esa primera manifestación de Jesús a los hombres–, también fueron ayer protagonistas otros reyes: los de León. Y es que la Cofradía del Pendón de San Isidoro se encargó, como cada 6 de enero, de organizar en el panteón real el responso por el eterno descanso de los monarcas leoneses. No sé si has estado alguna vez, pero merece la pena; aunque solo sea para recordar de dónde venimos, y poner en valor una parte de nuestra historia.

Y ya que es –decía– tiempo de Reyes, y de reyes de León, qué mejor que aprovechar estos días para darse una vuelta por el Palacio del Conde Luna y visitar –aunque no sea por vez primera– la exposición ‘Raíces. El legado de un Reino’. Además, es gratis.

La muestra echó a andar allá por 2010, en el marco del 1.100 aniversario del ‘nacimiento’ del reino de León y, consolidada ya como exposición permanente, condensa de alguna forma los aspectos más relevantes de los –probablemente– tres siglos y pico más célebres de nuestra tierra. Tendrás ocasión de realizar un rápido recorrido por el Reino entre los años 910 y 1230 –siempre sin perder de vista lo que ocurría al mismo tiempo en el resto del mundo– y descubrir –o redescubrir– qué hicieron algunos de sus protagonistas. Buena parte de lo que somos, se lo debemos a ellos.

Por cierto, cuando te encuentres a Ramiro II y a su esposa Urraca, dales recuerdos de mi parte.
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