Este fin de semana han dado comienzo las fiestas de San Froilán, patrón de León. El domingo tuvo lugar el desfile de carros engalanados además de otras múltiples actividades que se prolongarán a lo largo de la semana. Mercadillos medievales, feria de cerámica o la peregrinación a la Virgen del camino, entre otras. Esta fiesta está muy arraigada en la tradición leonesa, se celebra desde la edad media. Es algo muy nuestro, quizás de lo poco que nos va quedando.
Al hilo de esto, quisiera hacer una reflexión sobre la identidad del Reino de León. Ahora mismo León es una de las nueve provincias que integran la comunidad autónoma de Castilla y León. Y si nos atenemos a informaciones objetivas sobre ayudas, financiaciones, empresas y demás datos, podemos concluir que no rige la igualdad entre ellas. Observamos con pesar cómo aquí concretamente se pierde población, los jóvenes se van fuera y el futuro no es halagador.
Sin embargo, tengamos presente que fue capital de un reino con solera, que aparece en todos y cada uno de los mapas antiguos desde el siglo XV hasta 1983. Incluía también Zamora, Salamanca y una parte de las actuales Valladolid y Palencia.
Existe una plataforma que se dedica a recordar esa identidad, el gran peso que siempre tuvo en el transcurso de los acontecimientos de España. Y a promover la separación de Castilla, con bastante éxito según parece.
Y no es de ahora, hace años que se pueden ver pintadas en paredes, en algunos indicadores de pueblos de la provincia y en algún sitio más. El mensaje es claro y conciso, «León solo».
No se trata de una invención que se le haya ocurrido a un grupo de personas en los últimos tiempos. Estas iniciativas pretenden que el valor de esta tierra no caiga en el olvido, que sea tenida en cuenta como merece.
Aunque sea a costa de provocar un terremoto como el que se pudo sentir el sábado en muchas localidades de la provincia.
No considero que este sentimiento sea afán de independentismo, más bien es historia y justicia.