16/04/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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En la presentación del libro ‘El hijo de la africana’ en la sede de Sociedad Civil Catalana de Barcelona, se glosó la ‘Teoría del sapo’ y este cronista la transmite a sus paisanos leoneses. Enmarquemos el acto: La SCC, constituida hace 3 años con el fin de hacer frente al separatismo galopante y al ‘procés’, ha sido capaz de sacar a la calle, en protesta, más de un millón de personas, consagrando así la verdad de las verdades, la constatación de que la sociedad catalana está dividida en dos mitades y que no puede ser que una prevalezca sobre la otra.

Sapo vivo en olla al fuego: mientras este sea lento y la temperatura se mantenga tibia el animal nadará a sus anchas y no tratará de saltar, pero si de repente se atiza la lumbre y el agua bulle, el sapo saltará fuera huyendo de la cocción. Don Jordi Pujol, el exhonorable expresidente, mantuvo el sapo en agua tibia más de dos décadas, y el sapo no independentista, se mantuvo bien que mal; pero el exhonorable Mas, y el nunca honorable Puigdemont, aliados con ERC, avivaron el fuego, el sapo huyó de la quema y saltó. No les bastó a los separatistas con la inmersión lingüística y la vulneración sistemática de la Constitución, que habían votado por amplísima mayoría, y quisieron proclamar la república. Quieren comer a parte porque quieren comer más.

Otro de los presentadores, Josep Ramón Bosch, habló de otros sapos que también han saltado de la olla, además del primero que sería el clásico ‘charnego’ (El ‘altre catalán’ de Francisco Candél). Este otro es el llamado ‘botifler’ aquel que, siendo natural de Cataluña, y ‘de ocho apellidos catalanes’, no comulga con el separatismo acérrimo actual. El término deviene del escudo de Felipe V, el primer Borbón español, que a tantos catalanes benefició. (Las bellas flores de lis (bouti fleurs).

Mientras el agua se mantenga tibia la sociedad civil nadará a resguardo dentro de la marmita, pero si alguien aviva el fuego saldrá de la zona de confort y se organizará contra la opresión. Y no atenderá a razones. Se dice que Napoleón invadió España creyendo que la liberaba de las cadenas de un atraso ancestral y de una monarquía corrupta. Y era cierto. Pero el pueblo saltó y se buscó la vida. El pueblo es un sapo muy difícil de cocer.

El cronista, que es un sapo cancionero, y leonés, se consuela leyendo lo ultimísimo (La llama) de Pere Gimferer: «Dame la vida en este anegamiento, / tú, espoleta en la luz del amanecer». Vuelve, Agustín Delgado. Y fustígalo.
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