Aunque el cronista no gasta su nombre por culpa de San Antonio Abad sino por la de San Antonio de Padua (por haber nacido el 13 de junio) fue tentado como lo fuera el primero, y ahora que se acerca la fecha (17 de enero San Antonio el patero) trata de rememorar la Primera Tentación aquella.
Este San Antonio abad, y sus tentaciones, ha sido el inspirador de muchas pinturas famosas, y hasta de un libro poco conocido, el de Gustave Flauret, titulado ‘Las tentaciones de San Antonio’. Entre las pinturas destacan el tríptico del Bosco y el cuadro de Dalí, aunque al cronista le intriga mucho la tabla de Pieter Coecke van Aelst, que está en el Prado, y en la que se ve a una mujer desnuda que se presenta al Santo acompañada de una bruja. Pero San Antonio abad, en el mundo rural, como protector de los animales, estaba considerado por los campesinos como uno más. Si había sido tentado o no por el Demonio, y en qué medida había sabido resistir las tentaciones, eso era cosa de las gentes de estudios. Para ellos era el del cerdo, puerco, gorrino, cochino, o simplemente ‘gocho’.
Flaubert describe la primera tentación de San Antonio, cuando se encuentra en la corte del emperador Constantino, con el que departe amigablemente mientras está viendo esclavizados a los padres del concilio de Nicea que recogen los excrementos de los caballos. Y es en ese momento cuando, percatándose del engaño en el que le ha metido Satanás, se pone a cuatro patas sobre una mesa y comienza a mugir como un toro, y grita refiriéndose al maligno: «Me has engañado otra vez». La que pinta Dalí es otra, la de los onagros.
El cronista recuerda aquellos 17 de enero de su infancia, cuando, antes de la misa del Santo, amontonadas todas las ofrendas que iban aportando los fieles (patas, orejas, morro, de cerdo, curadas ya; paletillas, lomos, chorizos, morcillas) el Señor Cura daba comienzo a la subasta de los materiales ofrendados. Escarpinones ofrecía todo ufano 500 pesetas para el santo. ¿Hay quién dé más? Esto valer vale más de mil duros, tirando por lo bajo, murmuraba Domingo, y el cronista amagaba un odio profundo hacia la omnipotencia, y, aunque callaba, se sentía tentado a hacerse comunista cuando fuera mayor. Aunque la propia vida se encargó de llevarle por ese camino por el que tampoco llegó a ninguna parte, hay que reconocer. Pero la tentación existió.
Subirse a un púlpito y ‘esberrizar’ como un toro no ocurrió. Tampoco ha logrado que le pinten los pintores. ¡Qué se va a hacer!

Tentación de San Antonio
15/01/2018
Actualizado a
16/09/2019
Comentarios
Guardar
Lo más leído