¡Ay que ver cómo está el mundo! Violencia por todas partes: absurdos atentados de terroristas que dicen actuar en nombre de Dios, mujeres maltratadas o asesinadas en nombre de un presunto amor que no es tal, gentes que huyen de la miseria y de la guerra y que no tienen quién las acoja o mueren en el intento, familias en las que no es posible ganar el pan de cada día, porque el trabajo y la riqueza están mal repartidos, niños a los que no se les deja nacer y que mueren con el consentimiento de sus propias madres, jóvenes que están totalmente desorientados y caen en las redes más destructivas que se pueda imaginar, gentes que no encuentran sentido a su existencia…
Es mucha la tarea que queda por delante y parece inabarcable, pero no podemos permanecer de brazos cruzados. Por eso un grupo no tan pequeño de personas hemos ido aportando ideas durante varios meses para crear un plan que nos permita poner nuestro granito de arena. Se trata en primer lugar de ayudar a tomar conciencia de que tenemos que despertar, porque a veces da la impresión de que estamos adormilados. Para ello es preciso tener ideas claras. El gran problema de nuestro mundo es que mucha gente no sabe ni por qué ni para qué existe, desconoce el proyecto fundacional según el cual se supone que tiene que desarrollarse el ser humano. Estamos aquí para algo. Conocido ese proyecto, seguro que nos exige cambiar o convertirnos, pues no siempre nuestro comportamiento es el más adecuado. Urge, por tanto, utilizar los diferentes medios para alcanzar esta necesaria formación. Hay sobre todo unas edades, entre los 20 y los 50 años, que están muy afectadas por la crisis de la familia y su consiguiente desestructuración. Necesitan una atención especial. Pero también los niños y los jóvenes.
Además de la formación, nos proponemos atender las necesidades más cercanas: personas enfermas, ancianas, inmigrantes, transeúntes, peregrinos, pobres, familias desestructuradas, creando equipos para hacer frente a estos problemas. No podemos abarcar toda la problemática mundial, pero por algo hay que empezar.
Y dado que el ser humano, aunque pertenece al reino animal, es también un ser espiritual, nos parece importantísimo cultivar una auténtica espiritualidad, que es precisamente lo que más falta en nuestro mundo, y que, si existiera, desaparecerían todas esas lacras que enumerábamos al principio. Este plan, publicado recientemente, está hecho para cuatro años y se llama ‘Plan Diocesano de Pastoral, Astorga 2017-2021’. Merece la pena conocerlo.

Tenemos un plan
28/11/2017
Actualizado a
12/09/2019
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