Exijo inmediatamente al Gobierno de España que rompa las relaciones diplomáticas y comerciales con Suecia y Noruega por ser cómplices en la concesión del Premio Nobel de la Paz a la dictadora y subversiva María Corina Machado. Quedaban ya pocos galardones con cierto prestigio, entre los que se encontraban los Nobel, pero ahora, visto lo visto, lo único que merece ese nombre es estar en una cajetilla de tabaco.
Espero que se declare personas non gratas a los miembros del tribunal que han pervertido los valores de este premio al concedérselo a una persona que ha encabezado una lucha antidemocrática para acabar con la democracia venezolana. Es vergonzoso que reciba este reconocimiento una de las instigadoras del fraude electoral que intentó hace unos meses acallar, de manera fascista, la voluntad popular del pueblo venezolano, que avaló masivamente el buen hacer de Nicolás Maduro, quien sin duda alguna pasará a la historia como uno de los más comprometidos defensores de los derechos humanos y de la libertad.
Me parece una broma de mal gusto que los Premios Nobel se hayan dejado manipular de tal manera que galardonen a una mujer que, donde debería estar, es en la cárcel junto a sus secuaces. ¿Qué mensaje estamos lanzando a las democracias del mundo cuando se entrega el Premio Nobel de la Paz a una persona que ha intentado asestar un golpe de Estado para apoderarse ilegalmente de un país?
Solo espero que España, junto al resto de países defensores de los valores democráticos y de la libertad, manifiesten públicamente su rechazo a la decisión adoptada por los Premios Nobel y que ahora, más que nunca, pidan a sus ciudadanos que salgan a las calles para mostrar su apoyo a Nicolás Maduro, quien debe de estar ojiplático al ver que Europa ha utilizado como ariete a estos Premios para derrocar una democracia. Por esta razón, nuestro país debe estrechar más lazos diplomáticos y comerciales con Venezuela y demostrar al mundo que España está en el lado correcto de la Historia.
Hay injusticias ante las que uno no puede mirar hacia otro lado, y esta es una de ellas. Por este motivo, estoy impulsando la puesta en marcha de una nueva flotilla que salga desde el puerto asturiano de Tazones, donde hace cinco siglos desembarcó el emperador Carlos V, con rumbo a Oslo, para boicotear el 10 de diciembre la entrega del Premio Nobel de la Paz.
Y sí, la ironía es la única vía de escape que tengo para sobrevivir a tanta inmundicia y solidarizarme con el pueblo venezolano, víctima de un dictador que goza de muy buenos amigos a ambos lados del Atlántico.