mirantesb.jpg

Tanta energía

10/10/2022
 Actualizado a 31/10/2022
Guardar
El surtidor de petróleo de Robledo de la Valduerna es una reliquia. Lleva en su estado actual más años de los que yo tengo. Podría pasar por arte contemporáneo, por instalación en litigio, herencia postergada, incluso monumento bizarro. Tal vez sea todo a la vez. Para mí es un recordatorio más que un recuerdo, una señal. Lo primero que señala es que en esta pedanía, que por fortuna conserva bar y panadería, hubo un día un servicio fundamental en un pueblo para el que hoy hay que ir a la cabecera de comarca o a la autopista.

Pero también apunta al pensamiento. El depósito que corona ese herrumbrado hito sigue lleno: De fantasmas o de lecciones, a voluntad del consumidor. La sustancia que sigue dispensando hoy este totem de metro y medio no mueve motores, sino mentes. Es combustible para arar, sembrar y cosechar ideas, que también alimentan sociedades.

De ese surtidor puede salir la fuerza disruptiva y utópica para caminar hacia un futuro que puede resultar primitivo y tecnológico a partes iguales, valiente para desconectar unas clavijas y sensible para conectar otras.

O puede salir la chispa anquilosada y distópica para elevar esas antorchas que iluminan el camino a aquel pasado trufado de esperanzas, prosperidad e ilusiones, movidas por la disponibilidad ilimitada –así lo parecía– de la materia más accesible y manejable con la mayor densidad energética que ha conocido la Humanidad hasta hoy. Aquel pasado que derivó en todas estas preguntas.

Por suerte o por desgracia no se puede llegar con la tarjeta hasta este punto de suministro desatendido y llenar la garrafa. Actualmente, como mucho, hay quien para a hacerle una foto para las redes sociales. El tema del futuro y todo eso consume mucha energía.
Lo más leído