Cristina flantains

Tan fácil y tan difícil

19/11/2025
 Actualizado a 19/11/2025
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A las personas felices les encanta el primer sorbo de café de la mañana.

El contacto de las sábanas limpias al meterse en la cama.

Y ver cómo, los días de lluvia, las gotas arrancan el polvo pegado en los cristales de las lucernas de su casa.

A las personas felices les gusta abrir las ventanas en plena noche y llenar los pulmones de aire, continente inquieto de todo lo que existe.

Mirar a las estrellas y recorrerlas una por una con la punta del dedo cuando fulgorosas cimbrean en el firmamento, sin importarles su nombre, si siguen allí o tal vez no. Si son un semejante o precisamente todo lo contrario.

A las personas felices les gusta, cuando encuentran un arroyuelo durante sus paseos dominicales, arrancarse las botas y los calcetines y meter los pies allí. Aplastarlos contra el lecho, conteniendo la respiración de tan fría, tan fría que está el agua… El agua que corre cantarina, despreocupada, libre.

A la gente feliz le gusta comerse el churrusco de pan nada más comprarse la barra.

Beber a morro de la botella la cerveza, bien fría.

Jugar al tres en raya con su otro yo, dibujando la cuadrícula en el polvo del camino.

Y hablar con sus antepasados en las encrucijadas de su vida.

Las aceitunas rellenas, las calles desiertas, las calles llenas de gente, los bosques de hayas, las puestas de sol en los pinares.

A la gente feliz no le hace falta nadie para ser feliz.

Hacen sus ejercicios de cordura en un cara a cara, definitivamente íntimo, consigo mismas.

Las personas felices no son molestas para sus semejantes ni para otros seres vivos. No dan su opinión si nadie les pregunta, no critican ni juzgan gratuitamente, no son envidiosas, ni malpensadas, ni dañinas. Y nunca se meten donde nadie les llama. Tampoco quieren aparentar cosas que no son, ni hablan de lo que no saben.

Ese es su síntoma.

No necesitan imponer a sus dioses ni sus ideas, ni maltratan a los más débiles, ni roban a sus vecinos, ni hacen ejercicios de poder innecesarios, ni violan, ni matan, ni mienten.

Háganse cargo de la importancia de su felicidad, aunque solo sea por un segundo al día, y no dejen para mañana lo feliz que puedan ser hoy.

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