maximob.jpg

Su niño y los otros niños

11/07/2023
 Actualizado a 11/07/2023
Guardar
Recientemente un famoso político de la derecha manifestaba en un conocido programa de televisión lo feliz que era con su hijo, un niño de apenas seis años. Lo entendemos perfectamente. Aunque no llegue a leer estas líneas, me permito hacer al padre algunas preguntas: ¿Desde cuándo ese niño es hijo suyo? ¿Cuándo empezó a existir ese niño? La respuesta es muy sencilla: desde el mismo instante de su concepción. Aunque no es el caso, supongamos que el embarazo de ese niño no hubiera sido deseado y hubieran decidido eliminarlo, triturándolo como suele hacerse en estos casos, ¿a quién se habría eliminado? La respuesta es obvia: al niño de sus amores. De nuevo nos preguntamos si es legítimo que unos adultos puedan decidir la destrucción de la vida de su hijo, especialmente cuando es más frágil e indefenso.

En el caso que nos ocupa parece impensable que a los padres se les hubiera ocurrido prescindir del hijo de sus entrañas. Al contrario, ya se encargarán de que a su hijo no le falte de nada y, además, tienen medios. De nuevo pregunto al padre: ¿Admite usted que otros niños, cuyos padres pueden estar atravesando por situaciones difíciles, tienen menos derecho a vivir que el niño de Usted? Creo conocer su respuesta y me decepciona: tienen menos derecho, porque admite que sus padres tienen derecho a destruirlo. En ese mismo programa Usted ha defendido clara y abiertamente el aborto. Concretamente es defensor acérrimo de la ley de plazos. Cuando su señora se dio cuenta de que estaba embarazada y se lo comunicó, ya estaba latiendo el corazón del pequeño. La ley que Usted defiende y justifica no considera a ese ser como una vida humana digna de ser defendida, al menos hasta que no pasen catorce semanas. ¿Notó Usted un cambio sustancial en su hijo de la semana doce a la semana quince? No pudo notarlo, porque ese cambio no existe. Es un criterio totalmente artificial, arbitrario y caprichoso. E injusto.

Cuando una mujer se encuentra en una situación difícil, lo que hay que hacer es ayudarle a sacar el hijo adelante. Y, si no puede, sobran familias dispuestas a acoger esos niños que no tienen la culpa de los problemas de sus padres. La solución no está en matar a los niños, sino en dejarlos vivir, pues tienen tanto derecho a nacer y a vivir como el suyo. Y es precisamente ésta una de las principales razones por las que, si el mencionado papá se presenta a elecciones, tenga difícil obtener mayoría absoluta, aunque parezca una cuestión menor y haya quien le aplauda.
Lo más leído