Óscar Quindós 7 2 2024

Solo es país para viejos

10/05/2024
 Actualizado a 10/05/2024
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Me estoy dejando el pelo largo. O al menos intentándolo, porque cuando uno se lo plantea se imagina a sí mismo como una especie de Kit Harington en Juego de Tronos, pero al final el reflejo del espejo te devuelve a una analogía de Javier Bardem en ‘No es país para viejos’. Salvando las distancias, eso sí, que un servidor nunca se ha paseado con un ‘aturdidor’ de vacas por la calle.

Los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística han demostrado que en León no hacen falta asesinos a sueldo con peinados estrafalarios para ir perdiendo población. Los datos son claros, tres personas menos cada día del 2023 habitaban los pueblos y las ciudades de nuestra provincia. Tratando de pensar en el origen del problema, lo primero que se me viene a la mente somos los jóvenes. Pero no como causa, sino como consecuencia.

Suelo airear que la política está en todas partes, aunque haya quien me responda que es la literatura lo que realmente se encuentra en el fondo de todo. Soy de la opinión de que a la política le importas tú, aunque a ti no te importe la política. Aunque tú no lo sepas, las decisiones que tomen esas personas grises de traje y corbata, de vestidos y permanentes, tienen la potestad de hacerte la vida más fácil, más difícil o más insustancial.

Nuestro desinterés por la vida pública ocasiona que no seamos un sector rentable para los gobernantes. Para qué se van a centrar en escucharnos u ofrecernos alternativas si no les votamos en una política ideada en tiempos cortoplacistas. Aunque tenga que compartir el piso con otras tres personas a mis treinta años, aunque no pueda formar una familia porque no sé si encontraré trabajo estable en la ciudad en la que vivo, aunque no pueda echar raíces y me fuercen a ser una especie de nómada en el siglo XXI. Tal vez todos estos problemas sean la consecuencia de nuestra indiferencia ante quienes nos gobiernan.

Con este mantra en la cabeza de los jóvenes, las provincias de León, Zamora y Salamanca continúan perdiendo población mientras que el resto de la Comunidad asciende. Yo me considero un hombre positivo por naturaleza (sigo dejándome el pelo largo pensando que esta vez es la buena) y creo que León sí tiene futuro.

Un futuro que llegará tarde y con trabas, pero que mediante la ampliación de los polígonos industriales que generen empleos, la construcción de vivienda para alquiler social que favorezcan la emancipación y las mejoras ferroviarias que consigan vertebrar esta senda de montañas que conforman nuestra región, se logrará revertir esta sangría poblacional. Porque los jóvenes leoneses rebosan talento, creatividad y esfuerzo, solo falta movilización política.

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