08/05/2015
 Actualizado a 12/09/2019
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Ysin embargo se mueve. Eso dicen que dijo Galileo Galilei cuando allá en 1632, en el juicio que La Santa Inquisición, le hicieron abjurar de que era la Tierra la giraba en torno al Sol, y no al revés. Claro que lo dijo entre dientes y al final del proceso, que había que tener muchos bemoles para ir contra la Inquisición. Así que, a lo mejor, ni lo dijo.

En realidad todo lo anterior no viene mucho a cuento, salvo por la propia frase en sí, no por su contexto.

Porque, sí, la construcción se mueve.

Después de años de letargo, quizás mejor, de muerte catatónica, indicios hay de que las aguas se mueven.

No como antes, no como otras veces, no como el salida de las anteriores crisis, de ninguna manera, pero sí, es verdad que, al menos, algún promotor, algún particular, pregunta.

Solamente pregunta, pero por algo se empieza, que hasta hace nada, ni eso.

Las entidades financieras están dispuestas a dar crédito, especialmente porque el campo de actividad les ha cambiado. Ya no es posible la intervención en el mercado de los bonos del estado, la deuda pública al 4% y más se ha terminado, y no hay más que ver como la remuneración al plazo fijo está en el entorno del 0,7%. La guerra para captar activo ha comenzado, y eso fuerza la máquina.

Es cierto que no va a ser atonta y a locas: al que quiera, como quiera y todavía más, que fue la causa del desastre. Ahora va a estar todo mucho más medido. En realidad como siempre fue, aunque nos quejemos de la cicatería de esas entidades financieras, tanto Bancos como Cajas. Porque siempre, hasta la era de ‘bum’ inmobiliario, el dinero se daba a quién lo tenía: Más bien se prestaba, que dar, lo que se dice dar, eso nunca. Cuando se empezó la guerra del yo te doy más y de cualquier manera, vinieron los problemas y pasó lo que pasó.

He pasado años certificando desde esta misma columna la muerte de la construcción, pero, aquí y ahora, digo y repito que, como Galileo, algo, sin embargo se mueve.

Los arquitectos somos de los primeros en detectar cuando la actividad del sector de la construcción se detiene, pues todo empieza, en lo que la ejecución de una obra se refiere, con la redacción del proyecto. Y cuando dejas de hacer proyectos es que la máquina se para. Pero, por eso mismo, también somos igualmente de los primeros en detectar que vuelve a marchar. Y signos hay: una grúa por aquí, un cliente que te pregunta que se puede hacer en ese terreno, una vivienda unifamiliar… música celestial, dadas las circunstancias.

Claro que tampoco es para que redoblen las campanas, porque, no hay que olvidar quiénes somos y dónde estamos y, más aún, a dónde vamos, especialmente aquí. León, capital y provincia, y eso sí que no ha cambiado, no es lo que era, ni probablemente vuelva a serlo, pues todas aquellas empresas y actividades que han desaparecido y no volverán. Recuerde el lector la columna del 10 de marzo, con el desolador panorama de la progresiva disminución de actividad y que no voy a volver a enumerar.

Pero sí que ha de ser bienvenida esta pequeña esperanza para salir del marasmo. No veremos tantas grúas, pero bueno es que al menos aparezca alguna, en el centro, en la periferia, en cualquier lugar de la provincia.

Ya solamente nos falta, para llegar al éxtasis, que nuestros políticos no solamente dejen de echar normativas al mundo, sino que, además, favorezcan la agilización de los trámites administrativos, consecuencia de la farragosa legislación que nos han dado (y nos siguen dando).

Claro que de esto llevo años quejándome. Predicar en el desierto, como San Juan Bautista en la Biblia según San Mateo.
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