15/11/2025
 Actualizado a 15/11/2025
Guardar

La palabra sinodalidad tiene escaso significado para la mayoría de los católicos. La sinodalidad es a la Iglesia lo que la sostenibilidad a la política, un término de contenido incierto que todo prócer debe repetir sin cesar si quiere seguir en la pomada.

Pero el papa Francisco utilizaba en no pocas ocasiones términos que, como sinodalidad, no figuran en el Diccionario de la Real Academia, y emanaba con alguna frecuencia conceptos y digresiones que por carecer, quizá, de una base argumental con la solidez deseable, suscitaban más dudas que respuestas. En el caso de la sinodalidad, los clérigos se han visto obligados a interpretar la cosa como buenamente han podido.

En este marco, el obispo de León nos ha dado una muestra de lo que puede significar la sinodalidad en la realidad tangible de nuestra Iglesia particular. En lugar de ofrecer a los fieles la tradicional carta pastoral que firmaba todos los años, ha suscrito y hecho suyo un texto redactado por los participantes en la última Semana de Pastoral. En palabras del propio prelado «este curso no tendremos una carta pastoral al uso redactada por el obispo diocesano (…), sino una carta sinodal emanada del discernimiento común de muchos diocesanos».

La carta en sí misma es interesante y rica en contenido, pero en efecto es el clásico documento de conclusiones de un congreso, y no una carta pastoral. En esta concreta manifestación de la esotérica sinodalidad, ya no es el pastor el que predica a las ovejas, sino que son ellas las que, en régimen asambleario, se predican a sí mismas.

Con el mayor de los respetos, en ninguna de las referencias que Jesucristo hace en el Evangelio a la figura del pastor y las ovejas, he visto que sea este el camino indicado. Tampoco me parece que sea lo que necesita la Iglesia del siglo XXI, cuyos fieles se caracterizan por tener la peor formación cristiana en generaciones, y por vivir en un mundo marcado por la descristianización, la secularización y la crisis de fe. Quizá sean circunstancias que aconsejen que se escuche la voz fuerte y valiente del pastor. Si en lugar de dirigir una carta a los Corintios, San Pablo les hubiera pedido que se escribieran a sí mismos, el texto no seguiría proclamándose en todas las iglesias del mundo 2.000 años después.

Lo más leído