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Sin agricultura, nada

05/02/2024
 Actualizado a 05/02/2024
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En la sociedad de hoy en día urbana, excesivamente tecnológica y con una vista global impuesta desde arriba desde hace muchos años el campo ya no cuenta. Lo rural no cuenta ni en lo político, ni en el ámbito de la educación, ni tampoco en las prioridades sociales de alguien que no vive en un pueblo. Por eso a muchos les molesta que los agricultores y ganaderos se hagan ver en las ciudades para demostrar que la situación que están soportando a diario y que vienen aguantando desde hace tiempo es mucho peor de lo que parece. Y que ha llegado el momento de decir que hasta aquí.

Para los que nada más tienen que ir al supermercado a llenar la cesta de la compra pero no se preocupan de dónde sale el filete de ternera envasado en una bandeja de plástico, la leche que viene en un cartón o en una botella o las manzanas y las naranjas colocadas perfectamente en cajas de cartón, el hecho de que un productor se queje no es un problema, seguramente porque nunca le ha faltado de nada para comprar al alcance de la mano. Y no es un problema por el individualismo feroz que condena a nuestra sociedad y porque muchos en su vida han visto una finca de lechugas o un rebaño de ovejas.

Hace unos cuantos años que el agricultor perdió fuerza en el discurso público, porque los sindicatos agrarios –del primero al último, como pasa con los de trabajadores– prefieren mirar para otro lado mientras los que mandan sigan cobrando sus nóminas y el campesino de a pie pagando sus cuotas. Es lo que tienen los despachos, que son mucho más cómodos que el asiento de un tractor a pesar de las innovaciones que tiene la maquinaria agrícola hoy en día. Pero ahora tienen la sartén por el mango, si ellos ganan esta batalla no dude que ganamos todos.

‘Sine agricultura nihil’ (sin agricultura, nada) es el lema de los ingenieros agrónomos, siempre tan certero y oportuno pero sobre todo en estos días en los que va quedando claro que si los del campo paran, usted no come. A no ser que dé por buena cualquier mierda que le vendan y le digan que es comida; en este caso, con mucha gente así, se puede dar la batalla por perdida.

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