Maria de los Ángeles Diez

El silencio no se compra

02/06/2025
 Actualizado a 02/06/2025
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Pasan los meses y seguimos viendo cómo el odio y la irresponsabilidad se adueñan de las calles, de las ciudades e incluso, de los  países.

Se ha vivido un mayo, que lejos de ser un mes primaveral se ha convertido en una amalgama de retrocesos en materia de derechos LGTBI+.

Hace poco, leí una noticia publicada el 14 de mayo en el apartado llamado “DerechosHumanos”, en la web de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+) que, según un informe llamado “Estado del Odio: Estado LGTBI+ 2025” publicado por la Federación Estatal LGTBI+, tras recoger una muestra de 800 entrevistas realizadas por 40db, la población LGTBI+ alcanza unos 5 millones de personas mayores de 18 años y de estas, el 20,3 % de ellas ha sufrido acoso, ya sea mediante insultos o coacciones en el entorno  digital. Sin embargo, también se  describe que la discriminación en el sector laboral o de cara al acceso a servicios de vivienda, alcanza al 25,25% de las personas del colectivo, lo que se traduce en unas 1.282.500 personas. Y esto, no es lo peor, en relación a víctimas por agresiones verbales o físicas, los datos son escalofriantes, llegando a ser 812.000 personas agredidas en el último año según este informe.

Todos estos datos, son una realidad que atormenta cada año que pasa a cualquier persona que pertenezca al colectivo o que se plantee pertenecer a él.
Cabe aclarar y por supuesto, recalcar, que la función de este artículo es seguir dando visibilidad a las injusticias que todavía siguen sucediendo, a pesar, de estar en pleno 2025, donde mucha gente piensa o pensaría que todo esto se había quedado en el pasado.

Sin embargo, tengo la sensación, de que el tiempo no pasa en cuanto a derechos humanos se refiere, aunque es verdad, que en algunos sectores va mejorando en este aspecto, otros, de un momento a otro, terminan retrocediendo. Generando en mí, la duda de si es culpa de los gobiernos, de la ciudadanía o simplemente del mundo. Ilusionarse con la imagen idílica de un planeta libre de lgtbfobia, racismo, machismo y, en definitiva, guerras, parece una utopía casi imposible, que roza la incredulidad de quien procesa que algún día el hombre dejará de vulnerar la vida.

Se dice que el ser humano es un ser social, que sin las relaciones con los demás, se podría hasta volver loco o morir. Y en este concepto del ser, yo sigo sin entender cómo es posible, que las personas se necesiten unas a otras para vivir, pero después, se asesinen y discriminen por elecciones tan básicas como el amor. En definitiva, el primer paso es no quedarse en silencio.

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