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Siguen los fuegos

21/08/2025
 Actualizado a 21/08/2025
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Por culpa de la ola de fuego que padecemos, os estáis perdiendo un artículo brutal que lleva dos semanas en la nevera. Lo bueno es qué no os gustaría a casi nadie, pero os juro que es buenísimo... Estamos asistiendo a una catástrofe y no hallamos soluciones, mayormente porque no las hay... Además del fuego de las Médulas, del que os hable la semana pasada, en León tenemos que enfrentarnos a un cataclismo que no tiene parangón en la historia reciente de la provincia. Hay pueblos casi destruidos, como Palacios de Jamuz, y otros que han ardido parcialmente; además, la masa arrasada por el fuego inmisericorde afecta a lugares de una belleza paisajística que resultará muy difícil de reponer. Hay incendios en las Omañas (en Fasgar), en la Montaña (Portilla de la Reina), en los Ancares, el que está asolando otro lugar mítico de la provincia, los Picos de Europa y el del límite sur con la provincia hermana de Zamora, que entre las dos dejan una extensión quemada de treinta y nueve mil hectáreas. ¿Por qué ha sucedido? Hombre, no hace falta haber ido a Cambridge para encontrar la solución: toda esta comarca (como Omaña, como la Montaña oriental, como los Ancares, como la Carballeda, en Zamora), tienen un índice de despoblación brutal. No hay rebaños de ovejas ni de cabras y quedan cuatro vacas en cada pueblo; el monte, poco a poco, ha ido comiendo las tierras de cultivo y la vegetación ocupó, como es normal, todo ese terreno baldío. Es, hablémoslo claro, un desierto con maleza y árboles qué está predispuesto a arder a la mínima probabilidad. Esto, ¡claro!, se lo debemos a las políticas suicidas impuestas por la Unión Europea, el Gobierno nacional y el de las Comunidades Autónomas. A todos estos, la vida de los lugareños les importa un pito, porque, a nivel de votos, son cuatro gatos, un perrito y un zorro. ¿No os parece curioso que todos los fuegos importantes en España, en estos días, hallan ocurrido en la “España vaciada”; más concretamente siguiendo casi milimétricamente la antigua “Ruta de la Plata” de los romanos? Bueno, menos el de Tres Cantos, en la sierra de Madrid, un secarral que rodea urbanizaciones de pijos y empresas de alta tecnología... La agenda suicida de los europeos, la 2030, por ejemplo, es un himno a la estupidez, a la equivocación a la hora de priorizar lo que es importante y lo que es absolutamente superfluo. Sí: existe el cambio climático; sí, tenemos la obligación de preservar árboles, animales y todo lo que sea menester, mayormente porque tienen el mismo derecho a vivir que nosotros, los listos, los sapiens. Pero uno está los cojones que la camada de descerebrados que nos gobiernan (en cualquiera de las instituciones que pagamos), se olviden de todo lo que hicieron nuestros antepasados desde el tiempo de los astures, por lo menos. Para ellos, el bosque, los montes, eran su lugar de caza, de recolección, dónde conseguían casi todo su alimento; y lo cuidaban, lo mimaban, lo trataban como se merecía, porque, además, de allí sacaban la madera para construir sus casas y calentarse en los inviernos que, como ahora, eran jodidos no, lo siguiente y no los comía el lobo. Dejo para otra ocasión, ya sin prisas, lo de hablar de las políticas de repoblación que se han acometido en nuestra tierra. Como esbozo, he de deciros que en Lillo o en cualquier otro lugar de la montaña oriental, o en los montes del Condado, no había ni un puto pino, árbol proclive donde los haya a arder como una tea; acercaos hoy y veréis los que hay plantados... O los eucaliptos en Galicia, que manda huevos. Ahora, merced a la tontería europea, lo primero son las ardillas, los mentados lobos, los urogallos y la madre que los parió a todos. Pero, lo fetén, digo yo, es preservar a la gente que (cabezona dónde los halla), han decidido vivir y morir en la tierra de sus antepasados. ¿Qué son raros?¡Pues claro que lo somos! Somos los únicos supervivientes de un mundo que busca, como objetivo principal, el beneficio a corto plazo, el “aquí te pillo, aquí te mato”, de Juntas Vecinales que venderían su alma al diablo por tener en sus montes molinos eólicos o huertos de placas solares, porque les ciegas el dinero... De estos polvos, estos lodos... Salud y anarquía.

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