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Los señores de las flechas

16/10/2023
 Actualizado a 16/10/2023
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La clásica flecha amarilla es una de las señales más comunes que se repite casi a cada paso a lo largo y ancho del Camino de Santiago y de otros caminos históricos, aunque el conocido como del apóstol sea el que se lleva la palma por el número de peregrinos que recibe cada año. Su significado es muy simple, ya que indica la dirección que el peregrino debe tomar para ir encaminando sus pasos hacia Compostela, y es la manera más barata de señalizar la conexión con la Ruta Jacobea al caminante que se detiene o se desvía del trazado.

Cuando me embarqué en la aventura de ir andando a Santiago de Compostela desde O Cebreiro, una semana larga de travesía por tierras gallegas hace unos veinte años, aún no existía Google Maps ni tampoco se habían creado las aplicaciones para teléfonos móviles que ahora conducen al peregrino paso a paso sin pérdida hasta la ciudad jacobea. Las flechas amarillas, las conchas y los mojones de granito y los paneles informativos o el seguir a los peregrinos que fueran delante eran las únicas guías en el itinerario y nunca nos perdimos.

La flecha amarilla es siempre aliada del caminante y junto a ella la concha de vieira son los únicos símbolos oficiales del Camino de Santiago. Por muchos intereses particulares o institucionales que haya para confundir al que peregrina o para llevarle por otro itinerario diferente al que hemos o han adoptado como oficial, independientemente de cuál fuera la ruta que tomó el apóstol en su viaje a España en lo conocido como Camino de las Estrellas.

Me contaban este fin de semana que un grupo de personas de La Bañeza casi a título particular se encarga de pintar y repintar las flechas amarillas del último tramo de la Vía de la Plata, desde Alija del Infantado hasta Astorga, porque en uno los países más burocratizados de Europa, con más administraciones públicas por habitante que en ningún otro lugar, no hay institución oficial que se encargue de llevar a cabo este trabajo. Ni siquiera están para pagar la pintura. Claro, que si hay que depender de licitaciones, presupuestos, proyectos de obra y demás trámites pertinentes, nos podemos quedar hasta sin rutas.

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