Luis Rojas Marcos contó en su libro ‘Todo lo que tienes que saber sobre la vida’ que, en una ocasión, un productor pornográfico se enorgulleció hablando con él de estar consiguiendo que un público cada vez más joven e infante tuviese acceso a contenido para adultos. La edad media del inicio en la pornografía está en los doce años, umbral que va reduciéndose hasta el punto de que en diferentes estudios se perciben índices de contacto de usuarios de menos de seis años. El móvil ha dejado de ser ese aliado que nos conecta con el mundo y supone cada vez más una amenaza que nos desconecta de la realidad y nos sumerge en unos mundos viciados de lujuria, inhóspitos para unos críos en pleno proceso de maduración. No podemos seguir percibiendo la sexualidad como antaño, en cuanto los padres se descuidan, los niños burlan el control parental y salen al bosque prohibido que les quitará toda inocencia.
¿Qué hacemos al respecto? O mejor dicho, ¿Qué hacen nuestros políticos ante esto? Poner a trabajar su maquinaria de inteligencia artificial (fueron pioneros en configurar un cerebro ajeno al suyo antes de que surgiera Chat GPT). Llega Miguel Suárez Arca, al que agradezco que haya leído alguna que otra de mis columnas, y se enorgullece de un toque que le da esta casa por no ser fiel a la realidad ante la crítica hacia el libro sugerido de forma complementaria por la Junta de Castilla y León, ‘El semen mola’. Me recuerda a cuando a un concejal de Vox en un pueblo de Alicante le dedicaron un ninot en el que le calificaban de vago y el tío subió una foto orgulloso de ese protagonismo. El problema que tienen los de Abascal es que, aunque en ocasiones en el fondo puedan tener razón, pierden toda legitimidad con unas formas ridículas cargadas de hipérbole. Comparto que quizá la utilización de ese tipo de libros rebosantes de mal gusto no sea la solución, sin embargo, tampoco lo es la demonización de la consejería por tener esa torpe ocurrencia. Dudo que haya detrás un afán escandalizador, lo que da vergüenza son interpretaciones como la de Arca. «Ay al que escandalice a uno de estos pequeños [...]» (Mateo 18:6).