Por fin se acuerdan de que existimos, de que esa pequeña región de por ahí arriba (como ven no digo país como dijo Guardiola al referirse a Cataluña hace algún tiempo) forma parte de España. Ya dije hace poco que tanto desde Madrid como desde Castilla nos miran a los leoneses con recelo desconocido. Se nota que la portavoz del PP en la Cámara Baja es paisana nuestra, las cosas como son, y ahí hay que felicitar a Ester Muñoz. La provincia ha estado en la flor y nata del minúsculo Madrid del poder representado en el Congreso. Es que de sólo decirlo a uno se le queda la sensación de que estamos de moda; será porque la Cultu está en Segunda (eché en falta alguna camiseta del equipo en el Congreso, por cierto).
Desgraciadamente creo que no tenemos nada que celebrar. En la carrera de San Jerónimo tambien se sacaron a pasear sentimientos patrios chicos como el extremeño o el turolense y Extremadura sigue teniendo carreteras dignas de Nigeria y Teruel sigue sin existir; y eso que llegaron a conseguir un diputado con un partido cantonalista, su señoría vivía en Valencia, eso sí, quizá no atinaron con el padrón a la hora de elegirlo. Aviso a los navegantes sin rumbo actual de Unión del Pueblo Leonés, por favor, a la hora de hacer la lista de candidatos al Congreso procuren que si su número 1 es de Valencia, que sea de Don Juan.
Empieza a revolotear un sentimiento de orfandad hacia la institucionalidad nacional. Cuando Santiago Abascal no quiso arrimarse al palco de autoridades lo hizo precisamente a sabiendas de que la pompa y circunstancia protocolaria cotiza a la baja. De qué sirve que en el Congreso de los Diputados se redacten iniciativas y propuestas sobre León si también se ha trabajado en miles de ideas sobre Extremadura y esa región continúa igual de marginada que siempre. Es como si el hemiciclo fuese una especie de caverna de Platón en la que hablan sólo para ellos, para esas sombras de sus propias siluetas creyendo que son los problemas reales y que con una mínima verborrea ya se solucionan.
Hay más posibilidades de que Vox consiga cambiar de nombre a León como quiere hacer con Palma, que qué se cumplan nuestros eternos anhelos.