18/07/2023
 Actualizado a 18/07/2023
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Más de uno confunde la semana de pasión, que es la previa a la semana santa, con la propia semana santa. En nuestro caso llamamos semana de pasión a estos días de sufrimiento e inquietud de quienes aspiran a gobernar España a partir del próximo domingo. Hasta ahora han estado muy pendientes de las encuestas, que ahora ya no se pueden publicar. A partir de ahora solo queda esperar en la encuesta definitiva que se realizará a través de las urnas. Algunos estarán deseando que se cumplan los pronósticos del señor Tezanos, mientras que otros prefieren que acierte Narciso Michavila, aunque no todos, pues éste gran profesional afirma que ningún partido alcanzará la mayoría absoluta con la que algunos sueñan. Pero han de reconocer con humildad que el pueblo es quien decide y, si pide pactos, por algo será.

Una cosa parece clara ante unas elecciones: la importancia que ejercen las cosas de comer. Así hay muchos aspirantes que lo que quieren, más que el bien de España, es asegurar su propio garbanzo. Si pierden las elecciones o no tienen tantos votos como desearían, verán peligrar sus puestos de trabajo como políticos. Otros están pendientes del dinero fácil de las llamadas paguitas y subvenciones de los respectivos chiringuitos. Y habrá quien aspire sencillamente a poder tener un empleo digno.

Ciertamente el que la economía vaya bien en una nación no depende solamente de los políticos. A veces va bien, incluso a pesar de ellos, gracias al esfuerzo de empresarios y trabajadores. Y con otros gobernantes podría ir mejor. Pero, como ha dicho Isabel Díaz Ayuso, a raíz de haber sufrido un aborto involuntario, la economía no lo es todo, pues lo esencial es invisible a los ojos. Esas vidas que no se ven son mucho más importantes que la economía. De hecho sus compañeros en la Asamblea de Madrid, incluidos los adversarios, le han manifestado cariñosamente sus condolencias por haber perdido a su “bebé” en la octava semana del embarazo. Menos mal que por una vez se han dado cuenta de que se trataba de un ser humano, aunque no tuviera las doce semanas que exige la absurda ley de plazos. El día que su partido tenga la valentía de defender el derecho a la vida de estos niños y no el de las madres a eliminarlos, entonces, sí que podrán soñar con la mayoría absoluta.

Entre tanto sigue la semana de pasión, cuyos días de veinticuatro horas se hacen muy largos para algunos. No faltan quienes desean que pasen muy pronto, sin descartar que puedan depararnos aun alguna desagradable sorpresa.
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