Reconozco que cuando estaba escuchando la entrevista que le hizo Carlos Alsina a Óscar Puente en la que el ministro de Transportes le reveló que tiene a todo un equipo buceando por los periódicos para subrayar cualquier crítica e incluirla en un listado me sentí inmediatamente tentado a formar parte de ese distinguido grupo. En cuestión de segundos ordené a mi cerebro que elaborara algún chascarrillo que fuera merecedor de semejante privilegio mientras me relamía, aunque finalmente me contuve. Haber vivido casi un lustro en Valladolid estaba condicionando mi capacidad de ingenio, yendo más allá de una broma puntual y sutil. Con la de ideas que se pasaban por mi cabeza, el ministro iba a tener que contratar a un segundo equipo para elaborar un capítulo exclusivo en mi honor.
No obstante, he de confesar que creo que hemos fracasado en este tan apetecible reto para los juntaletras. Cuando vi hace unos días al señor Puente pisando la cola del león más fiero para despertarlo me quedó claro que nuestra labor le supo a poco. Como si le faltara un titular contundente para encabezar su trabajo de fin de curso, porque claro, si retas a ese león sabes de sobra que no se va a quedar inmóvil y te va a atacar con ferocidad -y con rugidos que dicen cosas como «¡zurdo de mierda!», «¡libertad!» o «¡el socialismo trae miseria!»-
Vi en esta provocación algo del masoquismo que está ahora tan de moda a raíz de la miniserie ‘Mi reno de peluche’. Eres consciente de la que te va a caer pero la buscas porque te gusta. Agarras la máquina de fango y disfrutas como un niño engrasándola y después revolcándote en el lodo que genera.
Ahora que seguro que ya tiene el trabajo completo y está preparando unas merecidas vacaciones -o días de reflexión, que algunos las llaman así- ya es inútil que intente incluir mi sello en su selecto informe. Llegué tarde, aunque casi mejor, porque prefiero no contagiarme de lo que escuchaba en mis tiempos de pucelano adoptivo, cuando la gente se acordaba tanto de Puente como de algunas de las personas de su alrededor, y recién pasado el Día de la Madre prefiero que sólo haya felicitaciones.