Cristina Vega 2

Se nos va de las manos

07/10/2025
 Actualizado a 07/10/2025
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El domingo se celebró el día internacional del docente. La problemática que asedia a estos profesionales es tema recurrente en los últimos años. Cada inicio de curso el malestar resurge con más fuerza porque, a pesar de las continuas quejas y reivindicaciones, no se da con una solución.

Pero no quiero entrar en la manida discusión acerca de la urgencia de contratar más profesores, sus condiciones laborales, las ratios en las aulas o los nuevos perfiles de alumnos. Concretamente el numero de alumnos con necesidades especiales se ha disparado. Habría que plantearse cuál es el motivo de este aumento y hasta qué punto es preocupante, aunque ese es otro asunto aparte.

Es innegable que desempeñan una tarea harto complicada, con innumerables trabas y al mismo tiempo de gran relevancia. Tengamos en cuenta que la educación y la cultura son la base de la sociedad.

Los niños y adolescentes que se encuentran ahora aprendiendo, en plena formación, serán los profesionales del futuro.
Habrá mas de un lector que esté pensando en este momento que esa idea da miedo. No por los estudiantes ni por los encargados de su educación sino por las circunstancias, el contexto social, en que este proceso tiene lugar.

Vivimos un momento de la historia en que la tecnología avanza a una velocidad supersónica y sin control. La IA nos sorprende con logros espeluznantemente extraordinarios que a veces rozan el límite de lo ético.

Las consecuencias que puede tener todo esto, a todos los niveles, son impredecibles. Hay varias dudas que me surgen ante este futuro incierto.

Por ejemplo, muchos trabajos se están quedando obsoletos o lo harán en los próximos años. ¿A qué se dedicarán esos pequeños que hoy se sientan en las aulas?

¿Qué ocurrirá si la tecnología falla, cuando tanto dependemos de ella?

¿Cómo preparar a las nuevas generaciones para algo tan difícil de controlar?

Todo un reto. No sé si la humanidad está lista para gestionar estas herramientas o, como más de uno tememos, se nos va de las manos.

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