12/09/2023
 Actualizado a 12/09/2023
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En 1978 rodó María Jiménez el videoclip ‘Se Acabó’, la canción que con los años se ha convertido en un himno contra la violencia machista. Hace veinte años desde que escuché atónita en Ponferrada las explicaciones de muchas personas (siempre demasiadas) sobre por qué no debía sentir solidaridad y empatía por Nevenka Fernández. Hemos avanzado desde entones a pesar de nostálgicos cavernícolas, engolados casposos y privilegiados ignorantes. En la vida conviene echar la vista atrás, no por arrepentimiento o morriña sino para poner en valor lo andado y poner cuidado en no caer en los mismos errores. Hemos avanzado, el ‘se acabó’ de nuestras campeonas del mundo sonó unánime, traspasó fronteras y nos hizo sentir orgullosas, aunque, como no, no podían faltar los voceros de esta nuestra España cañí, los cuñados del negacionismo con la bandera en la muñeca y la cuenta en Suiza que ahora han venido a explicarnos que eso de un piquito no tiene importancia. Dicen que la que hemos montado y que ¡qué país! añaden como si pudieran verlo con las orejeras de burro puestas. Será que a ellos sus jefes o jefas les agarran la carita frecuentemente para besuquearles la boca. Hace falta mucha escasez de miras o muchos intereses para no ver que supone un acto de esa especie ni lo que conlleva, como el intento de coacción para hacer declaraciones posteriores desde una posición de poder o la culpabilización de la víctima buscando el escarnio público. Pobre España, los que se llenan la boca con tu nombre son los que piensan que alguien así y sólo por ese «simple hecho» debería seguir representándote. Ladran luego cabalgamos. Lo mismo ocurre con los que se niegan a reconocer una España diversa y plural, lo que les obliga a volver a embestir los molinos de viento luchando contra los gigantes rompepatrias. Este País evoluciona, afortunadamente, porque no evolucionar es morir y en una democracia la diversidad se plasma en los parlamentos. De las pasadas elecciones podemos extraer una conclusión, no gobernará España ningún partido que no sea capaz de comprender esa diversidad de culturas, de lenguas y de gentes y que no sea capaz de dialogar que es el fin último de un parlamento (del latín parabolare ‘hablar’). Se acabó la España una, grande y libre porque nunca existió, ni unida ni libre podía ser grande, se acabó aguantar faltas de respeto ni vejaciones de ningún tipo por el hecho de ser mujeres, se acabó callarnos cuando lo que queremos es gritar que ni feminazis, ni locas ni histéricas. Sabemos que esto da miedo a aquellos que mantener la libertad y la igualdad en todas sus expresiones pone en riesgo sus privilegios heredados de una España que ya no existe ni volverá a existir mientras una Nevenka, una Jenni o cualquier otra mujer grite un se acabó. El ‘se acabó’ entonado por María Jiménez en 1978 fue el primero de los que pronunció después públicamente víctima de malos tratos; su canción y su lucha es ahora símbolo de una generación de mujeres que no se callan ni se callarán y al no hacerlo conquistarán derechos como lo han hecho nuestras campeonas del mundo cambiando para siempre el fútbol español para las que vendrán… hasta siempre María... De luchar contra la muerte, empecé a recuperarme un poco y olvidé, todo lo que te quería y ahora ya mi mundo es otro.

 

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