Sanidad divina o humana

09/04/2024
 Actualizado a 09/04/2024
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No somos muy de andar buscando conexiones neuronales que expliquen nuestro comportamiento. Somos más sensitivos que científicos y eso nos suele salir caro. No sólo porque tengamos que recurrir a la suerte o a los conjuros de laurel con bizum de por medio para descifrar nuestro camino o para poner luz a la oscuridad que va asociada a lo que somos, sino también porque eso nos hace vulnerables. No sabemos enchufar hembra y macho, política y resultados, más allá del chute y gol, que ahí lo vemos más claro –aunque alguno se persigne antes de cada partido de la Ponfe, no vaya a ser que quede un hueco por el que se cuele la mala suerte y se le reste protección al equipo sin ese gesto- .

Pero, antes de buscar culpables o salvavidas en el más allá, habría que hacer una parada en el más acá y descubrir que de esas aguas, a veces heladas, estos lodos; que de lo que se lleva a las urnas, nacen esos problemas… Buscamos conectarnos, eso sí, a la hora de sujetar la pancarta, cuando solo queda el pataleo por dar para cambiar las cosas. Y lo hacemos con ganas de rebobinar. Un botón siempre en obras. Venga, toca calle o callar, decidimos, a sabiendas de que se perdió la oportunidad electoral ya…  Toca calle, así las cosas. Y desempolvar los lemas manidos: No a la privatización de la sanidad. Por una sanidad pública digna y de calidad. Más médicos. No al cierre de los consultorios rurales. Ya no hay gritos en la manifestación, solo presencias al borde de la resignación…

Y mientras, formamos parte de las listas de espera para operarnos, de las citas previas desalentadoras para que te vea un médico -y con lo que te queda de aliento vas sumando billetes para ver si sacas para el ginecólogo este mes… o el que viene, si este llega el IBI-. Tal vez  las marchas blancas deberían pintar las urnas cada cuatro años, pero no lo hacen. Nos han convencido de que ahí no está el nido. Pero vuelven a nacer los mismos cuervos que picotean a los jilgueros, esos que, casi cojos, vuelven a tirar de cartulinas con mensajes para volver a defender lo básico, que se cuide su salud. Pancartas con musgo que sería bueno meter en el sobre  cada cuatro años. Si nos dejan llegar...

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