04/10/2025
 Actualizado a 04/10/2025
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Tengo la sensación de que los de aquí disfrutamos mucho más más de las fiestas de San Froilán que de las de San Juan.

Cada octubre, precedido por la ceremonia de Las Cantaderas, la ciudad de León se transforma para celebrar una de las festividades más queridas y auténticas de su calendario: las fiestas de San Froilán. Más que una simple cita festiva, esta celebración es una expresión viva de la identidad leonesa, una conjunción de historia, cultura, tradición y orgullo local que merece ser reconocida y elogiada.

Lo que hace especial a San Froilán no es solo su origen religioso, en honor al patrón de la diócesis y de la provincia, sino su capacidad para reunir a generaciones en un ambiente de convivencia, colorido y alegría. El desfile de pendones, por ejemplo, es una de las estampas más impresionantes: largas telas ondeando al viento, portadas con esfuerzo y devoción, que recorren las calles como símbolo de unidad entre los pueblos leoneses. Es un espectáculo de belleza visual y de profundo arraigo.

Las calles del casco histórico se llenan de vida con los mercados tradicionales, el de las Tres Culturas, las actuaciones folclóricas y los pasacalles. Y cómo no mencionar las casetas de comida donde el chorizo al vino, la morcilla o las sopas de ajo se convierten en protagonistas gastronómicos. 

Comer en la calle durante San Froilán es una forma de rendir tributo a la cocina de siempre y de celebrar lo cotidiano, para esto último también valen los Food Trucks del Jardín de San Francisco.

San Froilán también tiene un enfoque familiar que lo hace aún más entrañable: atracciones para niños, concursos, talleres y actividades pensadas para que todos participen. Es una fiesta de todos y para todos, en la que tanto el visitante como el leonés de toda la vida encuentran su espacio.

Elogiar San Froilán es reconocer que las tradiciones vivas no solo se conservan, sino que se celebran con orgullo. En tiempos donde muchas fiestas pierden autenticidad, León demuestra que es posible honrar el pasado y disfrutar el presente. San Froilán no es solo una fiesta: es un sentimiento.
 

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