09/12/2023
 Actualizado a 09/12/2023
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No sé por qué, pero ocurre. En un momento de la vida, el impulso que siempre te ha llevado hacia adelante empieza, de vez en cuando, a dar unos pasos hacia atrás, hacia tu propia infancia y hacia la vida de tus padres y de tus abuelos. A mí me pasó. 

No sé cuándo, pero ocurre. Diría que casi nunca en la primera juventud, a no ser que sea sacudida por algo terrible, que la ronde la muerte y provoque la ausencia de un ser querido o amenace la propia vida. Diría que es después, porque durante la adolescencia y hasta más adelante la única fuerza que se busca y que se quiere es la que va hacia el futuro. Es ahí donde creemos que nos vamos a encontrar a nosotros mismos -esa idea tan rara-, pero después descubrimos que no, o que no sólo, que también estamos más atrás, en aquello que hemos vivido. Y entonces empezamos a preguntarnos por la historia de nuestras familias, a descubrir cuánto desconocemos de sus trabajos, de sus sentimientos, de sus desengaños.

Veo la cara de una mujer rodeada de lilas blancas. No es que las lilas crezcan donde ella está, es que la cubren como si fueran un sombrero y una capa. La mujer está metida dentro de las flores, que le caen por la frente, por los hombros, por el pecho. La mujer se llama Elena y su cara rodeada de lilas es una de las fotografías que le ha hecho su hija, la artista Rocío Cuevas, para la muestra ‘Flores para Elena’, que se expone en el Palacín de León. Es un proyecto brotado de la inspiración de la labor de su madre como florista.

Brotar, en leonés, se dice ruchar. Al músico Rodrigo Martínez también le brotó hace tiempo la curiosidad y el interés por las músicas de sus mayores, en primer lugar por las canciones de su abuela Aurora. El resultado es el documental ‘Ruchare’, todavía sin estrenar, pero del que ya se ha visto un adelanto.

Y pienso ahora en unos versos del poema ‘Tótem’, de la gallega Olga Novo. En ellos recuerda a su padre trabajando en el campo: «Estabas alí / sentado coma un tótem na parede da aira / despois de cargar vinte mil pacas no remolque e cagarte en Dios / porque se lle atrancara algo á empacadora / e non sabías que aquel obxecto estraño / era / unha metáfora que che caera da boca e se metera / entre os ferros da máquina / e á filosofía».

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